58| El cumpleaños de Zoe

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LEA

Horas antes de la desastrosa noche...

Estoy sentada en un sillón aterciopelado de color verde botella, que está situado en el medio de una sala llena de focos de luz blanca. A mi alrededor, hay varios probadores cubiertos por unas cortinas de color negro que contrastan con todas las tonalidades de verde que hay en la sala.

—¿Te gusta? —pregunta la pelirroja abriendo la cortina de golpe—Creo que no me hace mucho culo—continua a la par que se gira para verse de espaldas en el espejo.

—Me gusta. Es bonito.

—¿Vas a decir eso con todos los vestidos que me pruebe? —desesperada resopla y vuelve a cerrar la cortina para probarse otro de los que ha escogido.

—Llevamos casi tres horas recorriéndonos todas las tiendas de ropa habidas y por haber ¿por qué eres tan indecisa?

—No se trata de indecisión Lea—contesta abriendo la cortina mientras se agarra la cremallera del vestido que lleva completamente abierta—Sino que no he encontrado el indicado. Anda, ayúdame con esto.

Me levanto dejando el bolso encima del sillón junto a un par de bolsas de cosas que ya habíamos comprado.

—¿Quieres decir que esta es tu talla? —pregunto forzando la cremallera para poder abrocharle el vestido de palabra de honor que ahora lleva puesto.

—Tú tira—dice y comienza a meter la barriga hacia dentro para poder cerrar el vestido.

—Ya está—digo casi sudando después de conseguir subir la cremallera hasta arriba—pero no sé si merece la pena lo bonito que es con que puedas morirte asfixiada a las dos horas de llevarlo puesto.

—Eres una exagerada—suelta mirándose al espejo y deslizando las manos por todo su torso—Ves como si era mi talla.

–Si tú lo dices...—suelto poniendo los ojos en blanco.

–Hazme una foto–me dice alargándome su móvil—necesito verme como me queda. Los espejos de los probadores son un asco ¿no te da la sensación de que te hacen más gorda?

—Eso no tendría ningún tipo de sentido si lo que quieren es vender—digo deslizando el dedo por la pantalla y entrando en la cámara—A ver...quédate quieta. —clico al botón mientras Zoe posa con el precioso vestido de color morado. La tela de satén hace que le dé un aire de lo más elegante y a pesar de que ponérselo ha sido todo un reto no puedo negar que le queda espectacular—¡Ya está!

Le enseño la foto, ella coge su teléfono para mirar la imagen con mucho más detenimiento. Frunce las cejas y entrecierra los ojos mientras la amplia para fijarse en cada uno de los detalles.

—¿Te gusta de verdad? —pregunta alzando la mirada hacia mí—Y no me digas que si porque te duelan los pies y estes cansada.

–Zoe, estás preciosa—suelto con una media sonrisa—Te sienta como un guante y me encanta el contraste del color morado con el naranja de tu pelo. Creo que te favorece.

Ella me mira devolviéndome la sonrisa y se vuelve de nuevo para mirarse por última vez al espejo.

—Sí, creo que me gusta. Además, si me pongo unas buenas joyas que resalten toda está parte—acaricia sus clavículas echándose el pelo hacia atrás—será perfecto.

—Pues que no se diga más—digo cogiendo las bolsas del suelo—lo hemos encontrado. ¡Tenemos el vestido!

Zoe se abalanza emocionada y me abraza efusivamente. Tanto, que casi me tambaleo y me caigo sobre el sillón tan estiloso que hay detrás de mí.

El lago de los corazones vacíosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora