CAPITULO SEIS

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No preocupación me consumía poco a poco, el hecho de no saber qué había pasado en ese momento se apoderaba de mí por completo, no sabía qué hacer y mucho menos qué debería de decir, pero noté algo enseguida y es que probablemente tal vez había sido el momento en el que debí de renunciar. Por un lado tenía el hecho de que si salía de trabajar entonces en ese momento mi suerte habría acabado, por lo que de manera muy discreta empecé a buscar trabajo nuevamente en los periódicos y demás lugares teniendo la esperanza de que por lo menos pudiera encontrar otro sitio.

Iniciamos nuevamente el relato de cómo fue el siguiente día después de esa peculiar llamada, mi decisión una noche anterior había sido tomada, por lo que solo debería de aguantar hasta que encontrara algún otro lugar para poderme ir de ahí, llegue temprano como de costumbre entré y saludé a la recepcionista me dirigí directamente al área siquiátrica donde me esperaba una larga semana, después de tanto pensar había decidido, evitar a toda costa el contacto con cualquier teléfono, tratando de evitar lo que había sucedido en ese día por más difícil que fuera.

-Buenos días-dijo el señor Gerardo a lo lejos al verme

-Buenos días, qué tal está- dije con un tono amable

-en realidad estoy algo cansado muchacho, y eso que aún es inicio de semana -dijo soltando una carcajada

Seguí mi camino hacia el área psiquiátrica pensando en no toparme con nada relacionado a los teléfonos sin embargo esto era imposible ya que al empezar a entrar al área podía encontrarlos en cualquier lugar que viera, empezó a limpiar como de costumbre los pasillos que raramente siempre estaban llenos de Tierra, aunque en realidad teníamos un pequeño jardín por el que solían pasear la cantidad de Tierra era enorme, solía pensar que era por el desgaste del mismo edificio qué se provocaba esta sociedad, sin embargo no pude pensar ni siquiera en esto cuando un teléfono empezó a sonar otra vez al fondo de un pasillo.

-me escucha, hola -volteé a ver de inmediato como este teléfono no estaba en su base sino tirado, misma situación de la que podía escuchar lo que estaban diciendo

-no puede ser -dije mientras mi voz estremecía cada vez más

-sé que puede haber alguien ahí, hola, está a punto de ocurrir un accidente -dijo el teléfono colgado

Las palabras del teléfono me incita era un pánico sin embargo lo más importante era su mensaje, corrí de manera rápida tratando de tomar el teléfono pensando lo peor.

-quién está del otro lado del teléfono respóndeme! -grite al tomar el teléfono

-en el área de análisis, un paciente logró tomar algún objeto afilado mismo que va a ocupar con el doctor Esteban, y la doctora Sandra -después de aquellas palabras simplemente se escuchó interferencia en aquel teléfono

Mi mente no tuvo ni siquiera tiempo para progresar la noticia, corrí desesperadamente dejando todo el carro de limpieza a medio pasillo, esperando que no haya pasado nada malo, que tal vez sólo fuera mi imaginación. Se veía perfectamente que a estas horas y específicamente el doctor Esteban y Sandra sólo podrían encontrarse en una habitación, misma a la que corrí de manera desesperada y entré de un golpe observando que los 2 estaban como siempre en los lugares de estudio mientras que un paciente se hallaba en una cama.

-Antonio qué sucede! -dijo el doctor Esteban al ver la agresividad con la que llegué

-se encuentra todo bien, pasa algo? -dijo la doctora Sandra de manera más tranquila

-es que yo en realidad no lo sé -dije pensando un poco -es el paciente creo que tiene algo -dije con una voz muy temerosa sin saber si estaba seguro de lo que estaba haciendo

-Antonio qué estás -dijo el doctor cuando de repente el paciente saltó mostrando algo parecido a un picahielo

Inmediatamente me abalancé sobre él pero no tuve tiempo ni siquiera de pensarlo, cuando el paciente ya había herido al doctor Esteban, un fuerte grito se escuchó en la habitación - ah no puede ser maldito! -gritó el doctor Esteban después de que el hombre lo apuñalara en el estómago con el picahielos, mientras yo me abalancé sobre él de inmediato, el paciente bastante consciente de la situación fue lo suficientemente ágil como para herirme con el objeto en el brazo, aunque sus cálculos no fueran los mejores termina encima de él tirándolo al suelo mientras que la doctora tomo algo parecido a una lata, el hombre y yo una vez en el suelo batallamos entre nosotros mismos porque no volvió a tomar el control del objeto con el que había herido el doctor Esteban. Después de unas cuantas vueltas sobre el suelo parecíamos niños teniendo una pequeña pelea, con la única gran diferencia de que si perdía podría costarme la vida, hasta que finalmente él quedó encima de mí con el control nuevamente del objeto, teniendo la peor intención, pero fue en ese preciso momento cuando la doctora Sandra hizo su momento de aparición golpeándolo con lo que sea que haya sido, algún contenedor o alguna lata en una forma bastante extraña golpeó su cabeza de manera tan dura que quedó desmayado al impacto.

-estás bien! -preguntó la doctora

-si -bastante asustado por lo que pudo haber sido el último momento qué pude haber tenido

Mi mente reaccionó en tan solo un momento, el miedo entró en mi vida nuevamente esperando que cuando volteara pudiera ver que el doctor estaría bien, sin embargo una vez cambie la mirada del lugar noté que había algo de sangre tirada

-doctor Esteban -dije de manera apresurada al ver

-tranquilo, tiene solución, debemos ir rápido al área general- dijo el doctor mientras que ocupó una toalla que tenía en la mano para hacer presión en la herida

De un momento a otro lo tomé de la manera más rápida y cuidadosa que pude tratando de llevarlo al área general, la doctora Sandra por su parte cerró la habitación sin dejar nada al alcance del paciente que no sabíamos tampoco su estado, después de eso salió corriendo de manera apresurada tratando de buscar alguien que atendiera al doctor Esteban. Yo seguía con él caminando directo hacia el área general cuando nos interceptaron algunos ayudantes lo cual pusieron en una camilla y lo llevaron rápidamente a ser revisado por sus compañeros, la escena había pasado de manera muy rápida y sobre todo bastante irreal, o al menos para alguien como yo, sin embargo aún en mí atendían las dudas de cómo el teléfono pudo saberlo, de todas formas decidí no pensar tanto en ello cuando recordé que el paciente se había quedado en la habitación, de manera apresurada regresé corriendo con ayuda del señor Gerardo en su búsqueda, aunque cuando llegamos no había nadie y el vidrio de la puerta estaba roto.

El dia que el telefono suenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora