51º Cap - Dogan expulsa al personal del hotel

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Tan pronto como Azra regresa del baño, encuentra extraña la ausencia de Serenay.

- ¿Escuchaste a la chica que estaba sentada aquí? Es que lo dejé cuidando mi bolso.

- Su bolso está guardado aquí, señorita, vamos a acompañarla hasta la puerta.

- ¿Qué quieres decir con seguirme hasta la puerta? Estoy esperando la respuesta de la señora Dilay, estoy seguro de que pasé la prueba, como ella misma me lo dijo.

- Lamento informarle, pero le dio preferencia a otra joven que estaba sentada aquí.

- ¿Pero como? Ella me dijo que había sido mejor que el otro candidato.

- No puedo decirlo, pero me pidió que la despidiera apenas regresara del baño. Por favor sígame.

Azra, enojada, toma su bolso y sale de la casa, pataleando, quejándose de la injusticia que le han hecho.

- No puedo creer que me hayan despedido así. La señora Dilay me dijo que yo le gustaba mucho, que iba a despedir a la otra señorita. Puede que te hayas equivocado.

- No me equivoqué, no me creas y ahora por favor vete.

- No entiendo por qué me desestima así.

- Debes haber entendido mal lo que te dijo la señora Dilay.

- No entendí nada. Lo que pasó allí fue un cambio repentino de opinión, porque no lo sé. De hecho, ¡lo sé! Su señora no tiene nada que decir, esa es la verdad.

Raif pone su mano en la pistola que lleva en la cintura y Serenay comprende que está cruzando la línea.

-Sal de aquí ahora, antes de que te haga arrepentirte de este insulto. ¡Falda!

Azra se estremece cuando lo ve tocar el arma y elevar el tono de voz.

- No hay necesidad de recurrir a la violencia. Ya lo entiendo y me voy.

Tan pronto como Azra sale por la puerta, Raif la cierra regresando a casa, como le había gustado a la joven elegida para ser maestra de Emel.

- ¿Entonces estás de acuerdo con el salario?

- Por supuesto que estoy de acuerdo, señora Dilay. Es excelente para mi.

- Entonces estuvimos de acuerdo así. Las clases son diarias de lunes a viernes.

- A ver si lo entiendo. Serán todos los días por la tarde.

- Eso mismo.

- Está bien, eso es genial para mí.

- Si alguna vez necesito que vengas los sábados, te lo haré saber

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- Si alguna vez necesito que vengas los sábados, te lo haré saber.

- Estaré a su disposición siempre que me necesite, señora Dilay.

- Gracias. Ahora puedes irte.

Serenay se levanta sonriendo y Raif la acompaña hasta la puerta.

- Veo que estás contento de haber conseguido el puesto.

Matrimonio forzado con una AhrraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora