Hijo de millonario se enamora de alguien bueno

Aria

- por qué te comportaste como un capullo hoy en la residencia - digo desconfiada. 

Él me mira medio sorprendido. 

- ¿qué? 

- dijiste que quién trabajaría en un sitio como ese y que olía a viejo - repito ofendida. 

Él se muerde los labios por un segundo y piensa qué decir. 

Parece algo arrepentido. 

- joder Aria lo pienso de verdad, ese edificio se cae 

- no tenías por qué hablar así delante de los ancianos 

- p-pero 

- ¡pero nada!

- Dios - resopla amargado y mira al cielo. - no esperaba que fueras tan.. 

Me ofendo aún más. 

- ¿tan cómo? - le digo. 

Me mira de reojo y entonces se le escapa una sonrisa. 

...

Pum, pum.

... 

Me quedo quieta incapaz de dejar de mirar aquella muestra de humanidad en él. 

Inspira y suspira profundamente. 

Sus ojos verdes brillan con los últimos rayos naranjas de luz. 

- ¿te siguen gustando los atardeceres? 

- así que terapeuta social... - repita después de que le explicara mi carrera. - y... ¿te gusta? - dice precavido. 

Asiento mucho más tranquila que antes. 

- sí - vuelvo a mirarle de reojo. 

Desde esta perspectiva puedo ver lo muchísimo que ha cambiado. 

No queda nada de ese niño. 

Ahora hay un hombre. 

... 

Me arde la cara, genial. 

...

- y tú... seguiste los pasos de tu padre por lo que oí - digo. 

Asiente con los ojos puestos en el bosque. 

- y... ¿te gusta? - pregunto con el mismo tono que él antes. 

Sonríe y se gira a mirarme. 

- en absoluto 

Sonrío. 

Creo que es la primera vez que lo hago desde que éramos niños. 

Y él se queda mirándome. 

Agacho la cabeza algo tímida. 

- has cambiado mucho - dice. 

- son doce años...

- lo sé

Alzo  la cabeza para mirarle.

- tú también has cambiado

- ¿para bien? - pregunta confiado. 

Intento no sonreír y ladeo la cabeza. 

Él frunce los labios. 

- me sorprendió que fueras a la fiesta 

- ¿por qué?

- tú nunca vas a ese tipo de eventos 

- ¿y eso cómo lo sabes?