Aurora, una hermosa veinteañera sumergida en los traumas del ayer, decidida a cumplir la última voluntad de su padre, emprende un viaje a Milán.
Elio, un hombre Dominante de porte elegante, un poco sarcástico y amante a las mujeres, decide ayudarla...
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No sé como he llegado a este punto... recuerdo que hace unos minutos estaba que soltaba chispas de la rabia. Tampoco sé qué estoy haciendo, como he dejado que él tome control de mí nuevamente. Sus dedos formando trazos sobre mi sexo, su mirada examinando cada expresión de mi rostro.
Su cara refleja satisfacción como si supiera que deseo que destroce todo de mí otra vez. Y eso está mal, estoy arrojando a la basura la poca estabilidad que me queda. Quisiera decirle que pare, pero no sale más que una respiración agitada.
-Este es tu punto débil...-dice, dando leves masajes en mi entrada-. Te encanta que te folle con los dedos.
Sus dedos entran en mi vagina, generando un pequeño cosquilleo que ocasiona que pierda la noción del tiempo, mueve sus dedos con agilidad... provocando gemido amortiguado por mis labios, los cueles muerdo sutilmente.
Baja unos de los tirantes del vestido, dejando unos de mis senos visibles, su lengua le da la bienvenida a mi pezón haciendo que su boca caliente estremezca mi cuerpo... Sus dedos danzan en mi cavidad... trato de frenar el orgasmo que amenaza con llegar.
-Estás empapando mis manos y aún no has llegado, mírame, quiero ver esos hermosos ojos verdes ponerse blancos del placer, que tus labios se abran gritando mi nombre, mientras tu coño se estruja sobro mi mano, deseando que abarque cada parte de él
¡Maldito! ¡Dios! No puedo hacer más que mirarlo, nuestras miradas dicen todo y nada a la vez. Agarro su mano animando a seguir sus movimientos dentro de mí, mis caderas se mueven en busca la liberación, tomo su cabello entre mi otra mano y lo acerco más a mí, Beso su boca de manera voraz, fuerte y apasionada.
Mis gemidos incrementan, mi pecho sube y baja, mi cuerpo delira entre sus manos y su respiración agitada. He dejado que me tome otra vez.
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¡Dios! No puedo asimilar que pasó conmigo... Elio me ha masturbado de una manera exquisita, es como si supiera todos los puntos exactos para hacer que estalle.
