Capítulo 34

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«Pensó que se la pondría fácil, que seguiría dócil ante él y su poder, pues no

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«Pensó que se la pondría fácil, que seguiría dócil ante él y su poder, pues no. No me interesa ir con él a ningún lado». Estoy un poco tomada pero he llegado. Por otro lado Niki y yo  tendremos una conversación, me ha dejado varada con él sabiendo todo lo que paso «la sangre tiene mayor peso que el agua» eso dicen y lo he confirmado.
Trato de llegar rápido a unas de las recámaras donde me estoy quedando,  estoy segura de que tomaré ese vuelo, mañana me iré temprano de este lugar. Es un poco infantil no decirle a nadie aun así no lo haré, creo que dejaré la ropa tirada con tal de no dar explicaciones, quiero huir de todos. ¿Puedo rehacer mi vida sin él? ¿Estoy segura de irme?, el futuro es incierto, pero tengo que intentarlo.

Camino con pasos descansados por los pasillos de la lujosa estancia de mi madre, es tan astuta que no se ha quedado en este lugar, me dijo que sospecharían si la ven muy seguido en la mansión, en algo tiene razón. Es irónico que luego de casi veintiún años sin mirarme a la cara, ni preguntarme como estoy, se esté preocupando por mí. 

La puerta de la habitación está abierta de par en par «quien podría estar aquí y a estas horas». Miro para ambos lados del largo pasillo, diviso un jarrón sobre la mesita del pasillo, no dudo en tomarlo, lo sostengo con fuerza, dispuesta a partirle la cabeza al intruso. Al mirar de reojo la figura de Anabella se hace presente, imponente y sensual, le da una calada al cigarro con las piernas cruzadas, está sentada en el borde de la cama inexpresiva

—Puedes entrar no muerdo —anuncia con tranquilidad.

Me hago visible ante sus ojos. Su mirada refleja una mezcla de lejanía y decepción. «No le caigo bien y ella a mi tampoco»

—Fumo cuando necesito relajarme, es un buen antídoto cuando los recuerdos asaltan —dice mientras mira el cigarro con fascinación.

—¿Que haces en mi habitación? hay Diez más, te equivocaste de lugar —digo con brusquedad.

—No me equivoqué, conozco todo el lugar. Me pertenece al igual que el mando de Sicilia.—Me mira directo a los ojos con superioridad—. ¿O crees que te pertenece a ti?.

—Se te olvida Bruno, ah cierto crees que eres la única capaz de todo —Ironizo mientras cruzo mis brazos—. No todo gira alrededor de ti Anabella.

—¿Eso crees? qué ilusa hermanita —ríe—. Crees que esto te pertenece, Sicilia, Milán, Alessandro. 

—Eres tú quien lo acabas de decir, de mi boca no ha salido. Puedes irte por favor, necesito dormir.

—Termina con el cigarro y enciende otro de forma inmediata. «Parece que tiene mucha ansiedad o trata de aplacar toda sus marañas, quién sabe qué estará pensando». 

—¿Crees que él será diferente contigo? —pregunta con burla mientras mira la cerilla caer—. Lo conozco desde que tenía dieciséis.

»Fue unas de esas fiestas que se realizan en la familia, no quería ir, pero Madre me obligo, tenía que aprender lo que era y sigue siendo el negocio familiar. Me convertí en lo que necesita a futuro, una mujer forjada entre sangre y de dolor que sabe lo que quiere y no le tiemble el pulso para afrontar la sangre y la guerra de poder.

Aurora Del NorteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora