2- Nos vemos

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Nos vemos

La mañana llegó y, con ella, el ritual de levantarse, prepararse y regresar a la esquina también. Emma experimentó una ligera ansiedad, pero mucho menor que la del día anterior. Estaba más interesada que ansiosa. Llegó al mismo lugar de ayer con un cuarto de hora de anticipación, y la furgoneta ya estaba estacionada cerca. Se acercó a la ventana del vehículo y vio a su desconocida mirando el móvil. Golpeó el vidrio y ambas se observaron. Ella sonriendo por el evidente interés de la otra y la otra con una mirada que decía "súbete ya".

Mientras caminaba alrededor del vehículo, recordó todas las sensaciones que había experimentado el día anterior después de dejar atrás a la furgoneta. No cuando caminaba a casa, sino cuando llegó. Se dejó caer todo lo larga que era sobre el sofá y estuvo sonriendo tontamente al techo durante al menos una hora. No había ninguna animosidad en ese momento en su cuerpo o su mente. Solo la sensación de sentirse viva de nuevo. Tenía en su mente el momento exacto en que tomó su primera bocanada de aire en mucho tiempo, el momento en que todo su ser le dijo "fíjate lo viva que estás". Justo de rodillas, siendo testigo de su poder sobre esa chica, saboreando todo lo que le causaba, notando como se contraía y enloquecía por las atenciones de su boca. Emma lo tenía claro, esa chica sin nombre era justo lo que estaba necesitando en los últimos días de agosto.

Mentiría si dijera que no se había cuestionado por sus actos, por la temeridad de todo lo que hizo, por lo poco que le quedaba a ella involucrarse en ese tipo de situación. Pero, joder, menuda recompensa. Esta vez no iba a pensárselo más. Había salido bien y punto. Después de una ducha, se miró al espejo y se regaló una sonrisa encantada. Un segundo después, dejó de reírse. Se observó detenidamente y, levantando el dedo, amenazó a su reflejo.

-¡Cómo te pilles, tía, te mato! - dijo - ¿Entendido?

Así que, con eso en mente, es que se subió a la furgoneta esa mañana. La chica se recogió el cabello en una coleta antes de arrancar. Tenía el cabello muy largo y eso le gustaba. Emma, por otro lado, lo tenía más corto. Su pelo no estaba completamente corto, pero había preferido no preocuparse mucho por ese aspecto por el momento, así que pidió un corte práctico y de bajo mantenimiento. Le esperaba un año duro y sólo quería centrarse en terminar su carrera académica. No quería distracciones, incluso de esas triviales como el cabello.

Y aquí estaba montada en una furgoneta con la distracciones más atractiva del año. "Estoy de vacaciones", se justificó mentalmente y volvió a centrarse en la otra chica. En sus hombros fuertes y sus manos apretando el volante del vehículo con ímpetu. Luego observó el cuello de su acompañante, sus labios y sintió que tenía más ganas que ayer de tenerla.

La chica de la furgoneta la miró de reojo, mientras conducía, y sonrió al verla tan abstraída cuando la observaba. Quedaba muy en evidencia, pero no le importaba.

-Lo que sea que estés pensando, seguramente lo querré - dijo con una sonrisa traviesa -, pero hoy me toca a mí...

-¿A ti? - preguntó Emma.

-Arrodillarme...

Emma sintió como un pequeño escalofrío recorriendo su cuerpo y encender algunos sitios muy puntuales con una llamarada, por paradójico que suene que un escalofrío pueda hacerte eso. Suspiró sin saber qué era lo que le causaba mayores sensaciones: la determinación en el tono de voz de su "anónima", que le hacía suponer que había pensado en ello lo suficiente como para tener una necesidad tan fácil de notar, o la proximidad del momento. En unos pocos minutos, su chica de la furgoneta iba a comérsela, literalmente.

Contuvo el jadeo que le quebró la garganta y la observó aún con más ansias que antes posiblemente. Todos los poros de su piel y todos sus sentidos activos, todo su cuerpo a merced de un impulso muy primitivo que le nacía al mirar a su acompañante. La chica también suspiró al cabo de unos segundos.

Le faltan días al veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora