10- No cometas el mismo error

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No cometas el mismo error

-No puedes hacerlo... - Sara lo susurró de nuevo, esta vez contra el hombro de Emma.

La rubia se giró y la abrazó. La sostuvo contra ella, sintiéndose culpable por emprender una huida sin explicaciones. Era una crueldad. Una más que había cometido esos días, un error para acumular a su saldo negativo.

-Sara, cariño...

-No, nada de cariño – Sara no estaba dispuesta a dejarse ablandar, no después de que Emma estuvo a punto de irse de su piso sin decir nada. - ¿Crees que la vida puede seguir igual después de esto? – le preguntó - ¿Qué harás? ¿Negarlo?

-Yo no pretendía negar nada – se defendió Emma, tratando de calmar a la castaña.

-¿Es que no te das cuenta lo que nos pasa? – volvió a interrogar Sara – Lo que nos pasa ahora y de lo que ya nos pasaba entonces...

Emma la tomó del rostro, sosteniéndolo para que la mirara a los ojos.

-Sara, no es tan sencillo como afirmar o negar nada –Emma respiró hondamente. – No voy a negar nada – admitió – no me atrevería a negar nada. Yo lo siento.

-Entonces no te marches – le pidió la castaña – No le pidas que se case contigo porque no sé cómo podría superar algo así...

Emma la rodeó con sus brazos – Lo siento, no debí haber intentado irme sin decirte lo que pasa en realidad. Entré en pánico y no estaba pensando – tiró de Sara y se sentaron en el sofá de la entrada. Tomó las manos de la castaña – No voy a negarlo, pero tampoco puedo negar que esto no debería haber ocurrido...

-Pero...

-No, escúchame – Emma le pidió paciencia con un gesto en su rostro, y Sara se aplacó – Yo tengo una pareja a quién le he sido infiel esta noche contigo, ¿qué dice eso de mí?

-Nada malo, si me preguntas. Es algo que no podía evitarse – respondió Sara – las dos sabemos que era inevitable.

-Peor me lo pones, porque tienes razón – Emma suspiró y observó sus manos atadas a las de Sara. – Las dos sabíamos que esto pasaría, da igual cuanto quisiera negármelo. – La rubia hizo una pausa – Lo que me convierte en alguien aún más desleal todavía.

-No digas eso – contestó Sara.

-Pero es verdad – Emma se sintió pequeña y dolida por un dolor que no le pertenecía del todo, por uno que sabía que ella misma iba a provocar. – Tuve muchas oportunidades para contarle a Inés lo que estaba pasando, y no lo hice – su voz de quebró un instante – y ahora lo que le tengo que contar es que le fui infiel...

Sara acarició a Emma en la mejilla – Lo siento, sé que es mi culpa también...

-No, yo soy la única que ha decidido hacer esto sin tener en cuenta la relación que ya tenía – Emma besó la mano que acariciaba su mejilla. – Y no me arrepiento de lo que pasó, solo de las formas, de las circunstancias.

-Entonces, ¿por qué salías corriendo de mi piso de esa manera? – quiso saber la castaña.

-Porque me asusté, no te voy a mentir – Emma se sinceró – Ver que estabas dormida a mi lado y ser consciente de lo que había pasado, de lo que implicaba, me hizo sentir vulnerable y despreciable – la rubia suspiró. – Necesitaba pensar en todo, en cómo se dieron las cosas de esta manera.

-No te lo he puesto fácil, ¿verdad? - Sara a Emma vio reír, al menos un poco, casi como si una sonrisa se hubiera mezclado con la angustia que la dominaba.

Le faltan días al veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora