Capítulo 8

7 2 1
                                    

Caminamos todo el recorrido por el hospital hasta llegar a la puerta de mi habitación, al entrar Trish se sorprendió y empezó a explorar el lugar sin ni siquiera pedirme permiso, no es que me molestara realmente, ella no debió estar en otras habitaciones aparte de la suya, supuse que no podía contener sus ansias por explorar.

—Ten cuidado y no rompas nada —le dije.

—De acuerdo —dijo alzando la mano, y mirando a todos lados agregó —¿tienes la habitación toda para ti solo?

Yo asentí con la cabeza en señal de afirmación. Nunca lo había pensado, pero desde que llegué no he tenido otros compañeros de habitación y mi contacto con el personal del hospital han sido más que nada el doctor Marcus y Susi y otra enfermera de la cual aún no me aprendía su nombre. Era como si intencionalmente limitaran la cantidad de personas que interactúan conmigo.

Seguía pensando en esos pequeños detalles que no hacían más que llevarme a callejones sin salida, no podría saberlo realmente sin preguntarles directamente.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo sacándome de mis pensamientos, era Luna que a pesar de no poder tocarnos físicamente atravesar su cuerpo con el mío me producía un escalofrío. Ella intentaba tocar mi hombro, sin mucho éxito, y tenía su cabeza atravesando el armario de mi habitación, por lo que podía ver lo que había dentro sin tener que abrirlo, en ese sentido su habilidad de traspasar objetos resultaba muy útil.

—¿Qué encontraste? —pregunté.

Ella sacó su cabeza del armario y respondió.

—Por lo que pude ver hay una mochila un poco escondida en la parte de abajo.

Mientras yo empezaba a buscar en el armario, pude escuchar como Trish seguía curioseando por toda la habitación, «sí que tiene energía» pensé.

Al encontrar la mochila, tiré de ella fuera del armario y la coloqué en el piso.

—Oye pequeña detective, encontramos mi mochila —le avisé a Trish, quien seguía recorriendo el cuarto por todas partes. Ella se acercó rápidamente y al ver lo que encontré exclamó.

—Bien hecho ayudante, ahora veamos qué misterios hay ocultos aquí —dijo con un tono intelectual, parecía disfrutar esto, después de todo seguía siendo una niña.

Comenzamos a examinar la mochila, era de tamaño mediano, con un color gris oscuro con partes verdes; supongo que la habría utilizado para ir a la escuela, se la notaba usada y un poco maltratada, con algunas zonas quemadas y rasgadas, probablemente por el accidente. Al abrirla y revisar el contenido de los bolsillos descubrimos varios libros y útiles escolares y cuadernos, por lo que era seguro que la utilizaba en la escuela.

Mientras Trish seguía revisando la mochila yo busqué en las páginas de los libros para ver si había algo de utilidad, como algún apunte o carta escondida.

—¿Encontraste algo? —preguntó Luna acercándose.

— Nada relevante, pero mira este capítulo —comenté. El capítulo 8 del libro de biología se encontraba bastante subrayado y desgastado, tenía borrones y anotaciones, era un capítulo del sistema nervioso y había un parte que hablaba de los pacientes en estado de coma.

—Oye Max, esta libreta tiene tu nombre —me llamó Trish, por lo que me acerqué hacia ella, aún con el libro en mi mano, y pude identificar que era la misma letra que la de los apuntes del libro que sostenía en ese momento.

De pronto la puerta de la habitación se abrió de golpe haciendo que nos espantáramos del susto y, sin quererlo, arranque un pedazo de la hoja del libro en mis manos y por instinto la escondí en un bolsillo de mi bata. A la habitación entró Susi, quien se veía particularmente preocupada y seria.

El misterio de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora