Capítulo 11

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—Trish desapareció.

En cuanto Susi me dijo esas palabras, quedé completamente en shock, no sabía que había pasado, dónde estaba ella; no sabía nada, otra vez.

Inmediatamente corrí hacia la habitación de Trish y Luna, debía saber que estaba pasando. No importó que dejara en la habitación a Luna o que ignorara los llamados de Susi, yo solo fui en dirección a donde debía estar ella.

Al llegar al cuarto encontré a Natasha llorando mientras una de las enfermeras la consolaba, lucía arrepentida y desesperada, con sus ojos rojos por su llanto se decía así misma que todo era su culpa.

—Señorita Natasha ¿qué pasó con Trish?

—Max, Trish escapó, parece que escuchó una conversación mía con el doctor y ahora no la pueden encontrar —ella estaba muy agitada, se notaba su desesperación y preocupación por su hija.

—Descuida, ayudaré a buscarla, no pudo haber ido lejos —dije mientras tomaba su mano para tranquilizarla. Ella me agradeció y me dirigí fuera de la habitación para ayudar con la búsqueda.

—Iré a las zonas poco accesibles del hospital —me dijo Luna que llegó detrás mío, antes de salir corriendo en la búsqueda de su pequeña compañera.

—Entonces iré a la zona abandonada —me dije a mi mismo mientras empezaba a correr en esa dirección.

Los minutos pasaron mientras buscaba por los pasillos oscuros y polvorientos del lugar, pero no podía encontrarla, empezaba a desesperarme hasta que una voz se escuchó en una de las habitaciones del segundo piso. Cuando me acerqué pude escuchar la voz de Trish, estaba llorando y hablando con alguien. Me asomé por la puerta abierta y pude verla en el regazo de una señora mayor.

Me quedé escondido escuchando todo lo que Trish decía, un nudo en mi pecho se formó al saber todo lo que ella había pasado, y con lo que estaba lidiando. No comprendía cómo pudo sonreír mientras cargaba con todo eso; supongo que ella no lo hacía, ya no, y por eso se estaba desahogando ahora.

Unos minutos después, escuché hablar a la misteriosa mujer y decidí rebelarme frente a ellas, Trish estaba sorprendida de verme, no lo había notado antes, pero sus ojos estaban rojos por las lágrimas y su voz al decir mi nombre sonaba quebrada por el llanto; todo su cuerpo, su rostro todo de ella se veía agotado. Quién sabe con qué más estaba lidiando y aun así era la que más alegre se portaba de entre nosotros y la que nos llenaba de ánimos a todos. Recordé cuando ella, Natasha, Luna y yo hablábamos en la habitación tan alegremente y despreocupados y se me oprimió el corazón.

Me acerqué lentamente a ella, se veía preocupada y triste, me arrodillé para estar a su altura y antes de que pudiera decir algo, simplemente la abracé con fuerza, como si fuera a alejarse si la soltaba.

—Lo siento, nunca lo noté, a pesar de que somos amigos —le dije tratando de disculparme por no haber sabido todo este tiempo lo que le pasaba.

—Yo lo siento, no debí huir, los preocupé a todos —me dijo con una voz arrepentida.

—Bueno, ¿qué te parece si volvemos? —le pregunté separándome un poco de ella. Trish asintió con la cabeza y una sonrisa pequeña, supongo que ya se encontraba un poco mejor tras desahogarse.

—Gracias por cuidar a Trish —le agradecí a la señora.

—No te preocupes, pero deberían volver, hay un gran escándalo allá afuera —dijo mientras se reía. Nosotros la saludamos y nos pusimos en marcha. No pude evitar girar mi cabeza atrás mientras nos íbamos, definitivamente esa señora no era normal, obviando el hecho de que vivía en una zona prohibida en el hospital, había algo en ella que me parecía extraño. Pero este no era el momento de pensar en ello, por ahora mi prioridad era llevar a Trish con su madre.

El misterio de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora