Había pasado una semana desde que hicimos nuestra promesa, y durante todo este tiempo... no logramos casi ningún avance. Sabíamos que Luna era algo similar a un fantasma, como un espíritu capaz de atravesar puertas y paredes, pero aun así ella podía sostenerse sobre los pisos, camas y sillas como cualquier persona normal; mientras más lo pensaba, menos sentido tenía toda esa situación.
Luna poseía todos sus recuerdos del pasado, aunque mientras más tiempo pasaba en su forma espiritual, más difusos se volvían y por eso le resultaba difícil recordar cosas muy concretas sobre su accidente.
Tratamos varios métodos para unirla con su cuerpo físico, entre ellos hacer que se acostara en la cama en el mismo lugar en el que se encontraba su cuerpo, pero no sirvió. También tratamos hacer un ritual que vi por internet, y aparte de verme como un idiota recitando el canto, no conseguimos nada tampoco.
Con lo motivado que me encontraba aquella noche, pensé que no sería tan difícil lograrlo, pero no haber podido lograr ningún avance era frustrante. Desde que había despertado ninguna tarea me había frustrado a tal punto, ni siquiera el no poder recordar mi pasado.
Estábamos sentados en el patio mirando el cerezo en silencio, no había nadie alrededor nuestro, salvo un conserje que limpiaba con agrado y esmero las hojas que caían al suelo
Estábamos sentados en el patio mirando el cerezo en silencio, no había nadie alrededor nuestro, salvo un conserje que limpiaba con agrado y esmero las hojas que caían al suelo.
Parecía extraño como, a pesar de todo, cualquier tarea o trabajo que se realizara cerca del cerezo, fuera hecha sin el menor signo de frustración o cansancio. Según Marcus, el dueño del terreno original cedió parte de la propiedad para la construcción de este hospital, con la condición de no remover o reubicar el cerezo, tal vez ese árbol significaba algo importante para él. De cualquier forma, ese cerezo terminó convirtiéndose en uno de los mayores atractivos de este hospital.
Mientras estaba hundido en mis pensamientos noté que Luna estaba cabizbaja, probablemente por el poco avance que habíamos obtenido en nuestras promesas. Ella tampoco había encontrado una solución a mi amnesia, fuimos a informarnos con el doctor Marcus sobre el tema, de si había alguna forma de poder intentarlo, pero este no nos dio ninguna respuesta útil. Era un callejón sin salida.
—Bueno, deprimirse no nos ayudará en nada —dije levantándome de la banca y estirando mi único brazo sano; miré a Luna, que aún parece decaída, y agregué —¿Qué te parece si nos distraemos un poco, no era hoy que ingresaría tu compañera de cuarto?
—Sí, es cierto —respondió ella animándose un poco y mejorando su humor.
—Bien, entonces...
—Pero hoy no puedes venir. —interrumpió ella poniéndose en mi camino.
—¿Por qué no? —pregunté confundido.
—Emm, quiero ver cómo es ella primero.
—De acuerdo, entonces te veré mañana —respondí no muy convencido.
Era obvio que ocultaba algo, tal vez no quería que viera a su nueva compañera, o había algo más que no quería mostrarme. Estos días Luna y yo estuvimos llevándonos muy bien, al grado de volvernos buenos amigos, pero seguía sintiendo que había cosas que no me contaba.
—Nos vemos Max —dijo despidiéndose.
Ambos nos dirigimos a nuestras respectivas habitaciones. Mientras caminaba por los pasillos en dirección a mi cuarto, comencé a recordar el día que le conté a Marcus y a Susi sobre mi nombre completo.
Estábamos en mi habitación, había pasado un día de haber hecho la promesa con Luna, ellos se encontraban realizando controles de rutina, como todos los días, cuando les conté de repente la situación.
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El misterio de Luna
Novela JuvenilMax lo perdió todo debido a su accidente, sus padres, su antigua vida y sus recuerdos. Ahora, incapaz de reconocer el mundo que lo rodea, él será la única esperanza para resolver los misterios que rodean a la joven Luna. Junto a ella buscará alguna...