Capítulo 15

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Era de día, estaba sentado en la cama inmóvil para evitar posibles complicaciones, en la habitación estábamos Marcus, yo y otro doctor del que no recordaba su nombre, pues casi no había hablado con él. Ambos profesionales estaban revisando mi brazo enyesado buscando la mejor forma de retirar el yeso que había inmovilizado tanto tiempo mi brazo derecho.

—¿Todavía no? —me quejé con el doctor que intentaba cortar el yeso.

—Max quédate quieto, estás distrayendo a...

—Pero está tardando mucho —interrumpí antes de que Marcus pudiera seguir hablando.

—Un poco más... y listo —dijo el médico cuando terminó de cortar el yeso. Y con cuidado lo separó de mi brazo, dejándolo libre después de varias semanas.

—¡Al fin, libre! —exclamé mirando mi brazo ahora ya sin ataduras y nuevamente funcional de vuelta. O casi, ya que me costaba un poco de trabajo cerrar mi mano y al moverlo notaba cierta rigidez. Preocupado miré a Marcus, quien despedía al otro doctor mientras salía del cuarto, en cuanto notó mi preocupación me tranquilizó diciendo.

—No te preocupes, recuperarás la movilidad en unos cuantos días. Pero insisto en que tengas más cuidado de ahora en adelante.

No podía quejarme, había estado con ese yeso desde mi primer encuentro con Luna, hace unos meses y la verdad no tenía intenciones de tenerlo de nuevo, por lo que asentí a la advertencia de mi doctor.

Estos últimos días los dediqué a mi recuperación, no podía creer que ya había pasado una semana desde que recibí la carta de Trish, aún seguía afectado por eso, pero podía notar como poco a poco empezaba a sobrellevarlo mejor que antes. Todo lo que podía hacer era seguir adelante, por ella y por mí.

El ruido de la puerta abriéndose hizo que Marcus, que estaba revisando mi brazo, y yo nos volteáramos hacia la entrada. Susi entró en la habitación de forma normal, pero en cuanto me vio sin mi yeso y a Marcus revisando mi brazo, se acercó con una expresión de sorpresa y enfado.

—Marcus, dijiste que me esperarías para quitarle el yeso a Max.

—Díselo al señor ansioso que no podía esperar —mencionó señalándome mientras seguía revisando mi brazo.

Susi me miró con un ceño fruncido, esperando una respuesta de mi parte, la cual contesté pidiéndole disculpas de verdad. No muy convencida ella suspiró y se dirigió al costado de la cama en el que estábamos con Marcus, se sentó en una silla y quitando mi brazo de las manos del doctor, empezó a hacer las mismas revisiones que él.

—Dime si puedes sentir esto —mientras hacía las revisiones noté que Marcus se le quedó mirando disconforme, como si estuviera haciendo algo que no debería o incumpliendo algo, pero luego de unos segundos pareció rendirse ante ella.

—Gracias Marcus, yo puedo encargarme desde aquí —dijo viendo que el doctor seguía en la habitación.

—Como quieras, nos vemos Max —dijo mientras se paraba y, viendo su planilla, salía de la habitación.

Fue extraño el comportamiento de Susi; pero no era inusual, últimamente, ella parecía más estresada de lo habitual, sobre todo cualquier situación que me tuviera como tema principal.

Desde el día en que la confundí con la silueta de mi supuesta madre ella ha estado comportándose mucho más estricta y activa con mis controles de rutina y estudios, como si estuviera esperando algo de mí. Quizás esa confusión le había hecho pensar que estaba empezando a recordar cosas de mi pasado.

Realmente no pensaba mucho en ello, no había tenido más de esos momentos y lo único sospechoso era el sueño constante de la joven mujer que se iba de la casa. Pero eso no indicaba que fueran recuerdos, podía simplemente ser un sueño ¿verdad?

El misterio de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora