Con la trágica muerte de sus hermanos y padre, Jeon Jungkook, un joven alfa de sangre pura, se ve forzado a asumir el papel de Emperador, mientras su verdadero destino permanece oculto a la par de su lucha con aquellos codiciosos por su trono y pod...
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La tensión se hizo evidente cuando el aroma territorial de Hye impregnó la cocina desde la puerta trasera. Los omegas, a excepción de Taehyung, sintieron la incomodidad de las feromonas, que picaban en sus narices y alteraban a sus lobos, provocando inquietud e intimidación.
Jungkook ya había notado su presencia mucho antes de verla entrar. Observó pacientemente, interesado en su "ejemplar" comportamiento.
La visita mensual de los reyes de Hegemonía, organizada bajo el pretexto de cumplir un contrato con su madre que tenía la intención real de asegurarse que su hija hubiera sido tomada o, en el mejor de los casos, mostrara una marca en su cuello. Por ello, si la omega hacía algo que le molestara específicamente en ese día, estaba dispuesto a echar a los reyes como una leve represalia.
Yoon se acercó a pasos cortos hacia el castaño, colocándose frente a él para protegerlo de la incómoda situación y posiblemente de un regaño de la princesa; Taehyung podía defenderse, pero prefería evitar una pelea que pudiera herir el ego de la omega y como resultado, una petición de muerte.
Hye vestía un elegante traje oscuro que contrastaba con el atuendo del alfa. Miró con desdén a los empleados que, por sus órdenes, habían dejado de emanar su aroma hacía años —Preparen lo que necesito para el té con mis padres —ordenó con un tono de superioridad detestable, más evidente cuando tiró el cesto de frutas al contenedor de basura—. Y ni se les ocurra arruinarlo como el mes pasado.
Se acercó lo suficiente a Yoon, inclinándose un poco y sujetando del brazo a Taehyung. No esperaba que él le hiciera soltar su brazo de forma brusca. Soltó una risa sarcástica demostrando su gran ego; a tal punto de llegar a insultarlo
Jungkook entró parando dicho circo. Una ligera risa burlona escapó de sus labios, dejando a todos demasiado confusos, ¿la razon?, el Emperador jamas suele avisar antes de actuar, por lo que sin sorprenderse vieron como jaló del brazo a Hye y la llevó casi a rastras hacia el jardín para encontrarse con los reyes.
Estando varios metros fuera y al sentir su brazo libre, rozó su mejilla contra el saco del azabache con cierta delicadeza. Mientras caminaban, su mirada permanecía ligeramente inclinada, absorta en la cadencia rítmica de sus pasos sincronizados. No era una mujer ingenua; desde que conoció a Jeon Jungkook, comprometidos por un arreglo planeado por Ye Ji y su madre, la fascinación insaciable se había arraigado en su, en ese entonces, joven lobo. Por lo que desde nacer, fue criada con la expectativa de convertirse en Emperatriz, esperando nada más que riqueza, siendo su único objetivo en la vida.
Jamás mostró avaricia por recibir afecto, pero la mera presencia del alfa había transformado cada uno de sus pensamientos, dañando su frágil ego y avivando su codicia por obtener un poco de amor. Con el paso del tiempo, se aferró a la creencia de que finalmente había llegado su momento, que el destino al fin conspiraba para unirlos. Sin embargo, como el alba de un amanecer, se desvanecieron al escuchar la voz fascinante de Jungkook dirigiéndose a ella.
