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Aether tiene un hermoso cabello dorado, sedoso, brilloso y suave bajo las yemas de los dedos. Es tan largo que le llega hasta más abajo de las caderas, siempre es relajante jugar con su cabello, sostenerlo entre sus dedos mientras lo manipula para hacer su típica trenza.
Siempre parece relajado de alguna manera mientras lo peina, los dedos expertos trenzando su cabello, un acto que Aether le había dicho que era de confianza, como su hermana siempre se lo hacía, tan suave y delicado. Una cáscara de un recuerdo lejano que se desvanece mientras avanzan en su búsqueda.
Lihua sonrió mientras lo decía, contenta de saber que tiene la confianza de Aether, en algo tan íntimo y especial como lo es la acción de peinarlo, se sintió tan especial que casi se pone a llorar.
También… el cabello parece ser una zona… ¿sensible?
Lihua podrá peinarlo, cuidar su cabello y acariciarlo cuánto quiera, aunque también está el otro lado: cuando sus manos desnudas, toscas agarran un puñado de su cabello y lo jalan hasta que Aether súplica que se detenga.
Tal vez no lo sienta como Aether; un cráneo dolido, la sensación de ardor mientras lo jalan, la excitación que el dolor conlleva, como a pesar de que su boca suelta súplicas detenerse, el ni siquiera quiere que lo haga.
Siempre termina en un desastre, el cabello como un nido de pájaros o una de esas bolas de ramas secas del desierto de Sumeru, aunque no importa, cuando Lihua le da un cuidado posterior, y eso incluye lavar su cabello hasta que esté como nuevo.
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