🩸F I N A L 🩸

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Narrador Omnisciente

En la obscuridad de la habitación, no había ventanas en ella, solo un bombillo en el techo que de vez en cuanto parpadeaba. Samantha tenía los ojos cerrados, se encontraba sentada en su cama.

No haciendo nada, solo sentada en su cama, con los ojos cerrados, frente a la pared.

Llevaba así horas, tal vez días, ni siquiera ella sabía cuánto tiempo llevaba así, viendo a la pared, sin expresión alguna, pero no debían ser poquitas horas.

Hasta que un ruido la sacó de sus pensamientos, la puerta de su habitación abriéndose, no se volteó para ver quién era, ella sabía perfectamente de quién se trataba, era la única persona que tenía acceso a su habitación.

Y sí, la única persona que la visitaba desde que había llegado ahí.

—Hola, Samy, ¿Cómo estás?— En un tono contento, preguntó la mujer joven entrando a su habitación.

Samantha abrió los ojos y le regaló una gran sonrisa a la persona que acaba de entrar.

—¿Cómo estás?, ¿Cómo te sientes?— preguntó un poco animada la mujer, entrando por completo a la habitación de la chica.

Samantha asintió en respuesta con una pequeña sonrisa.

—Me gustaría que me lo dijeras con tus propias palabras. — Pidió la mujer, poniéndose de cuclillas para ver a Samantha a la cara.

Samy no era una chica de muchas palabras, la mayoría de las veces prefería contestar con gestos o ademanes, no se sentía segura con las palabras.

Desde el primer día que la habían llevado ahí, había demostrado ser una chica sumamente callada, privada de los demás, no socializaba, no salía a convivir con los demás, raramente hablaba, se la pasaba todo el día encerrada, sentada en un rincón, esperando a que le llevaran la comida.

Después de tanto, aún se negaba a hablar.

—Estoy bien. Estoy viva. No me mordieron. — Contestó con un tono neutro.

La mujer se le quedó viendo, con una mirada triste y una sonrisa con los labios apretados.

Cuando vio la reacción de la mujer, se dio cuenta de que había vuelto a pasar, hacía mucho que no pasaba y tenía esperanza de que se había esfumado.

Ella se quedó de cuclillas frente a ella, para poder hablar.

—Pasó otra vez, ¿No es así?— le preguntó Samy con un tono sereno.

No dijo nada, solo asintió varias veces.

—Duro mucho esta vez, ¿Sabes?— Le dijo sin despegar la mirada de Samy.

—¿Cuánto duro?— Samy pregunto, triste.

—10 días. Gritabas mucho en las noches y no querías comer.

Al escuchar eso, Samantha se puso muy triste, había pasado muchos días así y eso significaba que no estaba lista para salir.

Agacho la cabeza, no quería que la vieran llorar, no más, el cabello cayó por los lados de su cara y la mujer en su cuarto la miraba con una cara triste.

—No llores, Sam. Verás que todo va a mejorar y pronto volverás con tu papá. — Le animó la enfermera.— Eres una mujer muy fuerte y capaz de hacer todo lo que te propongas, demuestra quién es la que manda aquí.

Samantha no decía nada, dejaba que la enfermera le levantara los ánimos, que era lo que más necesitaba.

—Estoy muy orgullosa de ti, ¿Sabes?— Dijo, con su dedo, levantó la cara de Samantha, para que la viera a los ojos.

Entre Nosotros [RIVERS X EL MARIANA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora