🩸D O C E 🩸

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POV. OSVALDO.

Caminaba por la orilla que había por fuera de los salones, caminaba con mucho cuidado, porque en cualquier descuido se te resbalaba el pie y caías al piso.

Tenías que sujetarte muy bien de las paredes, ya que el espacio era bastante estrecho.

No iba a mentir, tenía miedo de morir, tenía miedo de que en cualquier momento los zombis entraran y nos mordieran a todos. Tenía miedo de que mis papás no hubieran podido escapar.

Solo quería irme a mi casa.

El día de ayer se me había hecho eterno, fue bastante cansado, pero no íbamos a poder descansar hasta que alguien viniera por nosotros.

Seguí avanzando muy cuidadosamente, mis tenis topaban con la pared y con las manos me sujetaba de las ventanas.

Mi uniforme estaba sucio y lleno de sangre que no era mía, me sentía sucio y daría lo que fuera por un baño.

Me di cuenta de que alguien más venía conmigo, en cuanto voltee a ver quién era, me topé con la sorpresa que era mi mejor amigo.

—¿Por qué viniste?— le pregunté.

Su respiración era agitada, también se veía cansado y al igual que yo, se sujetaba para no caer.

—No iba a dejar que vinieras solo.— Contesto.

Sonreí ante su respuesta.

—Ten cuidado, pendejo.— Le dije.

Quería mucho a ese cabrón y a Aldo, eran mis hermanos, literalmente la mayor parte de nuestro tiempo estábamos los tres juntos. En alguna ocasión Alexis se juntaba con nosotros, al igual que Juan, pero siempre estábamos nosotros tres. Si algo les llegaba a pasar a alguno de ellos, no sabía que sería de mí.

Teníamos que salir los tres de aquí, juntos, y claro, con Samantha.

Al momento de cruzar hacia otro salón, había un gran muro, que iba a ser muy difícil de cruzar, ya que era muy grueso.

—Cuidado, wey.— Dijo mi compañero.

Abrace al muro, para poder cruzarlo y eso hice, con mucho cuidado.

Una vez estuve en el otro salón, me asomé, para tratar de corroborar que estuviera seguro, pero no, este estaba hasta la madre de zombis.

—¿Es seguro?— Me preguntó Roier.

Negué con la cabeza, si pasábamos por ahí, nos verían por la ventana, nos exponíamos a que rompieran y saltaran directo a nosotros.

—Regrésate.— dijo para empezar a retroceder.

Con el mismo cuidado con el que cruce el muro, me devolví hacia donde estábamos.

—¿Qué hacemos ahora?— me preguntó .

—Vamos a cruzar, pero trata de no hacer ruido.

La verdad si tenía un chingo de miedo, mi corazón palpitando al mil y mi sudor no era solamente de cansancio. Pero ya no nos podríamos regresar.

Me quedé un rato, pensando y mentalizándome lo que estábamos a punto de hacer.

—¿Qué cabrón?, ¿No quieres dejar sola a Rivers?— preguntó, sonriendo, golpeándome con el codo.

—Eso no importa ahora.— le dije.

—¿Si la invitaras a salir cuando vengan por nosotros?— me volvió a preguntar.

—No te importa, wey, ¿No ves la situación?— le dije, me estaba fastidiando.

—Solo tengo curiosidad.

Entre Nosotros [RIVERS X EL MARIANA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora