Un chico reencarna en el Mundo de Harry Potter como el mismísimo Elegido, pero no está dispuesto a ser un simple peón de los planes de Dumbledore o simplemente ser el niño bueno.
No, él ahora es Harry Potter, y va a ser quien cambie por completo el...
Soñaba consigo mismo siendo mayor, en su mano derecha blandía su katana, mientras que con la izquierda tomaba su varita.
A sus pies estaba el cadáver destrozado y decapitado de Voldemort, y los Mortífagos que estaban a su alrededor habían sido derrotados por las personas que peleaban a su lado.
Ahí estaban la Profesora Mcgonagall, del Profesor Flitwick y otros profesores de Hogwarts, además habían miembros de la Orden del Fénix, como Nymphadora Tonks, Shacklebolt, Alastor Moody, Remus Lupin y Sirius...
"¡Mierda! ¡¡¡SIRIUS!!!"
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Harry atravesó sin ningún problema el Caldero Chorreante.
Actualmente su apariencia estaba alterada con ayuda de su Habilidad Metamorphmagus, gracias a eso era que nadie le dirigía una segunda mirada.
Su cabello ahora estaba algo menos alborotado, aunque seguía siendo bastante desordenado, y era de color rojo. Sus ojos ahora eran heterocromaticos, siendo uno de su usual color verde esmeralda, mientras que el otro era de color marrón. Su cicatriz también había desaparecido temporalmente.
Al llegar a la pared que escondía la puerta al Callejón Diagon, Harry usó su habilidad para ver magia y así poder ver que ladrillos eran los que abrían la puerta.
Una vez los encontró, guió su magia al dedo índice de su mano izquierda y tocó los ladrillos correctos.
Entonces, un temblor sacudió la pared y los ladrillos comenzaron a moverse hasta formar un perfecto arco de 3 metros, el cual permitía ver el mítico Callejón Diagon.
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"Asombroso... " Susurró Harry para si mismo.
El pelirrojo se adentró en el callejón, mientras movía la cabeza en todas direcciones y veía con fascinación cada establecimiento que había a la vista.
Tras varios minutos de exploración, Harry llegó a su destino.
Gringotts.
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