CAPÍTULO XXI

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7 de Enero, 5.05AM.

Santander.

Triana.

− Bailas bien, nueva. −me dijo una chica mientras se quitaba la peluca.

− Gracias. −abrí la taquilla para cambiarme.

Había tantas chicas como en el otro bar, pero las de aquí parecían ser mucho más distantes que las del sur, también me miraban como si fuera un bicho raro, y nunca me habían mirado así antes. Ni las bailarinas ni los porteros, ni siquiera el Dani me había estado vigilando tanto como ellas ahí.

La chica de la peluca se había quedado la última, como yo. Por el rabillo del ojo vi que estaba cambiándose muy lentamente, incluso se quedaba de pie sin hacer nada, solo mirándose las uñas. Supongo que quería hablar conmigo sobre algo, no se fiaría de mí. O sentiría envidia de algo.

− Triana, ¿verdad?

La pregunta retumbó dentro de las paredes del vestuario, rompiendo el silencio que tan poco me gustaba sentir.

− Sí. −confirmé.

− ¿Es un mote o un apodo? −preguntó curiosa.

− Es mi nombre real. −cerré la taquilla, echándole un último vistazo. − ¿Tú tienes un mote? −pregunté interesada.

− Todas tenemos uno. −cerró su taquilla y se acercó a mí. −Brisa. −extendió su mano.

− Encantada. −le estreché la mano, fuerte.

Las dos tardamos en separar nuestras manos, no dejamos de mirarnos a los ojos, yo intentando leerle la mente y ella intentando bloquear todos los movimientos que pudieran hacerme unirla con la desaparición de Mónica. Algo dentro de mí lo sabía. Contuve el aliento cuando dio un paso más cerca de mí, medía más que yo, pero no iba a dejarme intimar por la primera bailarina que se acercara a mí.

− ¿Es tu mote o tu nombre ? −pregunté siendo amable.

− Depende.

− ¿Depende de qué ?

− De si quieres ser mi amiga o si solo eres una cotilla. −dijo seria.

− ¿Te piensas que he pasado la prueba solo para venir a cotillear? −pregunté, haciéndome la ofendida. −Lo siento, entonces.

− Es mucha casualidad que Mónica haya dejado de venir y vengas tú a ocupar su puesto. −se cruzó de brazos. −Hasta ocupas su taquilla, su bata... ¿Vives con su novio también?

Me quedé paralizada.

Brisa había confesado, sin darse cuenta, algo que nadie más sabía. Un novio. Un sospechoso. Eso sonaba en mi cabeza mientras veía a Brisa abrir la boca y los ojos, como si se hubiera sorprendido de haber dicho eso. Parecía incluso más sorprendida que yo.

− ¿Novio? −pregunté.

Suspiré, evité su mirada y respiré hondo. Di un par de pasos atrás y rodeé el pequeño banco de metal que había en el vestuario, nerviosa. Brisa no apartaba la mirada de mí, estudiaba mis movimientos como yo había estudiado sus gestos antes. Me senté en el banco, haciéndome aún más pequeña.

− Conocía a Mónica. Era mi amiga. −confesé.

− ¿Era? −preguntó, imitándome y sentándose a mi lado. − ¿Está... Muerta? −preguntó nerviosa.

Demasiado nerviosa como para no saber nada.

− Desaparecida. −corregí.

− Por eso has venido a sustituirla, ¿no? −le tembló la voz.

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