CAPÍTULO XXII

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7 de Enero, 5.20AM.

Torre Blanca, Sevilla.

Hugo conducía por las calles de Sevilla sin rumbo fijo, bajo las indicaciones de Benito y el sonido de la pierna de Rocío moviéndose de arriba abajo, nerviosa. El inspector de policía suspiraba pensando en mil historias que podría contarle la bailarina en los próximos minutos. Todas malas, claro. Hugo no destacaba por su optimismo, sino todo lo contrario.

− Bien, aparca por ahí. Donde puedas. −dijo Benito, señalando un parking.

− Es el aeropuerto. −vio Hugo.

− Hablaremos más tranquilos aquí. −le contestó el policía. −Y yo me puedo sacar un café de máquina.

Bajó del coche en cuanto Hugo aparcó y apagó el motor. Rocío miró como Benito se iba y la dejaba sola con el desconocido, pero no tenía miedo, de hecho se sentía más segura con él que con el borracho de Benito. Se pasó al asiento del copiloto sin que Hugo tuviera que decir nada.

El olor a vainilla le recordó a Triana, supuso que era algo que todas las bailarinas que trabajan para el Dani hacían. Como un sello de la casa o algo así.

− ¿Por qué me has mentido? −preguntó Hugo, como si eso fuera lo más importante.

− No te he mentido del todo. −respondió la chica. −Además, tú sí que me has mentido. −le miró seria. −Eres un poli. −refunfuñó.

− ¿Tienes algo en contra de los policías? −quiso saber.

− No los quiero cerca del bar, eso es todo. −contestó simple.

Más preocupada por el bar que por ella misma. Hugo preguntó mentalmente por qué ponía el bar por delante de ella, ¿era cosa del Dani? ¿Tanto miedo les provocaba para que el bar fuera lo primero en sus vidas?

− Si has venido hasta aquí solo para preguntarme por Triana es porque la quieres. −se apresuró a decir Rocío. −Triana necesita a alguien que la quiera de verdad y tú pareces hacerlo.

Hugo se mantuvo callado. Rocío no podía estar más alejada de la verdad. Triana aparecía en la cabeza de Hugo como sospechosa del secuestro de su mejor amiga, o eso quería meterse en la mente, porque no era capaz de hacerlo por más que insistía, por más pruebas que descubría. Pero prefirió no decirle la verdad a la chica.

− Triana tenía una hermana.

Todos teníamos temas tabú en nuestro vocabulario, el de Hugo era su hermana Lucía y la muerte de su madre, incluso los meses de baja también los tenía un poco vetado. El de Triana también era su hermana, la razón por la que dejó el periodismo de investigación.

− Triana y Mateo se conocieron en el instituto, eso era verdad, te lo juro. −continuó la chica. −Llevaban como... No sé... Cinco años juntos o más, no lo sé. Mateo empezó a ganarse la vida de una forma no muy ética.

− ¿Drogas? −supuso el policía.

− Sí. Era el recadero del Dani en Dos Hermanas. No sé cómo llegó a ese punto, pero empezó a vender droga para él. −suspiró. −Y a consumirla. Hasta el punto que le debía dinero al Dani, mucho dinero. La única forma era trabajar para él, así se metió en el bar como portero, pero no le llegaba. El Dani le dijo que había una manera más sencilla, trabajaría menos y ganaría más. Eso nos dicen siempre. −dijo sarcástica.

<< Mateo tenía una hermana pequeña, había cumplido los quince, creo. Así que la llevó, pero el Dani la rechazó, le dijo que nada de menores de edad. Solo le quedaba su novia. Triana le quería mucho, tanto como para aceptar bailar aquí. Se ganó al público, a los porteros, a los trabajadores, incluso al Dani. Y eso a Mateo no le gustaba un pelo, no como si estuviera preocupado por su novia, sino celoso de ella. De que ella hubiera conseguido la admiración de todos y él no.

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