Capitulo 38. Poción de Amor

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Jimin se sintió como si estuviera empapado en agua fría, atrapado en una pesadilla mientras su mente se nublaba al escuchar sus palabras. Su respiración estaba agitada mientras luchaba por recuperar el control de su cuerpo, que comenzaba a volverse lento...

"¿Drogas? ¿Qué... quieres decir?"

Por mucho que deseara que él sólo  estuviera bromeando, sabía que la realidad era amarga. ¿No acabarían los problemas que se le presentaban hoy?

Ma Dongseok se rió secamente ante su pregunta.

"Ah, fingiendo que eres ingenuo, ya veo", tarareó mientras sus dedos le agarraban la barbilla con brusquedad. A pesar del dolor que le causó su toque, Jimin no pudo ni siquiera gritar.

Todo su cuerpo, incluyendo su lengua, se volvió pesado, como si estuviera lleno de plomo. Sus miembros se negaron a cooperar...

"Te he tratado bien debido a tu estatus de Príncipe", se burló, "Y aún así me pagas actuando como una zorra". Él sacudió su barbilla bruscamente con ira, "Soy testigo de que perdiste la cabeza viendo a ese salvaje, ¿Cómo puedo estar seguro de que no te ha tocado?" susurró.

Se lamió los labios, lo miró fijamente antes de inclinarse para susurrarle al oído...

"Parece que tendré que comprobarlo por mi cuenta", y un temor helado invadió a Jimin mientras luchaba por moverse. Vio como Ma Dongseok levantaba su mano para acariciar su cuello, arrastrando sus dedos, y agarraba el escote de su vestido... había empezado a quitarlo.

Él cerró sus ojos con su impotencia. Nunca se había sentido tan estúpido. Quería apartarlo, alejarse lo más posible, pero todo lo que podía hacer era temblar bajo sus toques. Era incapaz de pedir ayuda.

Sintió que su vestido se aflojaba, vio que la cinta que lo ataba caía al suelo. Notó que se acercaba, su aliento caliente tocó su piel desnuda mientras él temblaba de asco.

Entonces su visión se oscurecía.

En lo más recóndito de su mente, él pudo escuchar risas de borrachos. Ma Dongseok detuvo sus planes por un momento, mientras miraba hacia atrás para descubrir la fuente del ruido.

Fue en ese momento, que Jimin había empezado a recuperar el movimiento. Usando todas sus fuerzas, le dio un fuerte pisotón en el pie, le clavó el talón con tanta presión, que Dongseok se apartó de él con un aullido y tropezó con un montículo del suelo.

"¡Perra!" se quejó.

Jimin no desperdició ni un segundo más, juntó toda su ropa cerca de su pecho y corrió. Dongseok gritó blasfemias tras él, mientras se esforzaba por levantarse para seguirlo.

Jimin hizo un gesto de dolor al sentir las ramas rozando y rascando su delicada piel. En algún momento mientras corría, perdió su calzado, y ahora le dolían los pies como si estuviera caminando sobre clavos. Se tropezó con sus calcetines flojos, y rápidamente volvió a levantarse en dirección a la sala de banquetes.

Miró a su alrededor frenéticamente, escuchando exclamaciones en voz baja y se escondió, conteniendo su respiración. Los arbustos lo ocultaban perfectamente, y cuando se asomó por encima de las hojas, vio a los sirvientes de Ma Dongseok buscándolo.

Tuvo suerte que no le hubieran encontrado, y se marcharan rápidamente para buscar en otras zonas. Jimin suspiró en señal de alivio, antes de respirar con calma y mirar a su alrededor.

El jardín era como un laberinto. Sus arbustos habían sido ubicados diestramente para aumentar su estética. Los árboles lo enmarcaban perfectamente, proporcionando sombra a sus visitantes, incluso dando a los amantes su buscada privacidad. Cuando recuperó sus fuerzas, se levantó de su escondite, dio un último vistazo a su entorno y se adentró en el jardín que servía como refugio.

El Príncipe y el Salvaje - YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora