Capítulo 35. Me decepcionas, príncipe.

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Los tintes púrpuras eran extremadamente valiosos porque resultaban difíciles de producir. Incluso un pequeño número de millonarios sólo podía poseer unos pocos pedazos de seda púrpura.

Sólo la familia real de Estia y Ma Dongseok  de Oberde tenían suficiente tela púrpura para usarla.

Era el símbolo máximo de riqueza y poder. Incluso un pequeño pedazo de ella no tendría precio.

"Era más vívida y hermosa que cualquier otra seda púrpura que haya visto antes", recordó con nostalgia.

No había palabras que pudieran describir su magnificencia, porque se quedarían cortas al describir su perfección.

"Eran como tus ojos", añadió como un pensamiento posterior, y Jimin sintió la punta de sus orejas se calentaban por el elogio.

Pero mientras Jimin intentaba luchar contra su enrojecimiento, el Conde Soobin sólo seguía divagando.

"Por supuesto, rechacé el regalo. Dijo que era un regalo, pero por supuesto, no era gratis. No sé qué pediría a cambio, así que lo rechacé con firmeza", le aseguró, su rostro jovial estaba serio. Aunque, él podía notar una pizca de arrepentimiento por tener que rechazar tan magnífico regalo.


Al Conde Soobin siempre le gustaba vestirse bien. Estaba al tanto de las últimas tendencias de la moda en la ciudad y frecuentaba la tienda de la modista.

Solía ser muy feliz cuando algo que hacía la modista siguiendo sus deseos, se volvía popular. Rechazar el precioso regalo de Yoongi significaba mucho para el Conde Soobin.

"Gracias". dijo Jimin agradecido, antes de que el Conde Soobin sacudiera la cabeza y le sonriera con tranquilidad.

"No digas eso. Sólo hice lo que era correcto".

El Conde Soobin sacudió su cabeza como para librarse del anhelo por la seda púrpura. Continuó hablando con una seria expresión.

"De todas formas, del mismo modo que me contactó, no me sorprendería que se encontrara con otros nobles también. Debes tener cuidado", advirtió.

Las palabras del Conde Soobin sonaban verdaderas, pero esto era sólo una pequeña parte de la verdad.

En su sociedad, el Conde Soobin era único. Había muchos más aristócratas y nobles que habrían tomado el regalo sin pensarlo dos veces, y por lo tanto, estarían en deuda con los Kurkan. Por ahora, todo lo que podían hacer era vigilar a cualquier noble que apoyara a los Kurkan.

"Los Kurkan me asombran", continuó el Conde Soobin, "Sobornando a otros con objetos tan grandiosos. Estoy seguro de que pueden incluso sobornar a algunos con algo mucho más precioso que las gemas o el oro".

Jimin frunció el ceño con preocupación ante sus palabras.
Aún así, él dudaba que esos diez rollos de seda púrpura fueran todo lo que tenían.

Se rumoreaba que la riqueza de los Kurkan en el desierto estaba más allá de lo imaginable. Para ellos podría ser una mercancía invaluable, pero para los que fabricaban la tela, apenas causaría repercusión en sus suministros.

Después de adivinar sus pensamientos, Jimin se dirigió una vez más al Conde.

"Tampoco podemos descartar que los Kurkan sepan cómo hacer esta seda púrpura."

Justo cuando el Conde estaba a punto de darle su respuesta, el silencio se apoderó del banquete, como si se apagara el fuego con un cubo de agua. Hubo un cambio en el ambiente, ya que todos los ojos se posaron en la entrada.




El Príncipe y el Salvaje - YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora