Capítulo 18. Min Yoon Gi

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Enormes y majestuosos, los barcos y buques de los Kurkan tocaron el suelo de Estia. Desde la distancia, podía observar que venían con regalos.

Mientras Jimin observaba los brillantes diamantes blancos, que colgaban libremente en los barcos de madera, su visión se volvió borrosa. De repente recordó la escasa cantidad de comida que había consumido durante el día; solo un puñado de bayas silvestres y una taza de té.

Para su total disgusto, se le había ordenado controlar su dieta más de lo normal para lograr una cintura aún más delgada. Sus sirvientas sentían pena por alimentarlo con tan poca comida, pero tenían que obedecer las órdenes de arriba.

La propia Consorte BoA supervisó las comidas del príncipe. Si descubriera que Jimin consumió incluso una migaja más de lo que le había preparado, tanto él como las sirvientas de la cocina sufrirían consecuencias aterradoras.

Para Boa, Jimin era una simple herramienta, no una persona. Para complacer a los numerosos nobles y a los Kurkan visitantes, se le exigió a Jimin que fuera extraordinariamente bello, especialmente hoy.

La incomodidad era casi insoportable, Jimin hizo una mueca mientras se sostenía agarrándose de la barandilla. Se sintió mareado,

Sus cejas se fruncieron mientras su visión se balanceaba. Temeroso de arruinar su rostro perfectamente maquillado, se obligó a acomodar su expresión.

En una esquina, la Condesa Dahyun miraba al príncipe con ojos llenos de lástima. 'El sufrimiento que este joven ha pasado...'

Entre los subordinados del palacio, ella había estado con Jimin por más tiempo. Al ver temblar el delgado cuerpo de Jimin, se dio cuenta inmediatamente de lo que estaba pasando.

Acercándose rápidamente a él, la Condesa Dahyun rápidamente sostuvo al príncipe a punto de colapsar. Jimin apenas podía mantenerse en pie. Sin embargo, inconscientes de su lucha, las otras sirvientas continuaron admirando la belleza de Jimin.

-"¡Príncipe Jimin!" Una sirvienta gritó,

-"Mira qué hermoso estás."

.-"Eres el único que puede lucir este atuendo tan magníficamente."

-"¿Y si los Kurkan se enamoran de ti?"

La Baronesa Yuju fue la última en hablar, y al escuchar su comentario, la Condesa Dahyun la reprendió ligeramente, mirándola lo más venenosamente posible.

Después de algunos retoques aquí y allá, el príncipe estaba finalmente listo. Con la cara seria, se dirigió al palacio real con varias sirvientas.

La sala principal era la parte más espléndida del palacio real de Estia. El techo estaba pintado con frescos pertenecientes a la rica historia de Estia, las columnas de mármol estaban inscritas con diferentes tipos de tallados, y el trono estaba hecho de oro, marfil y gemas preciosas.

<< Nota: Un 'fresco' es una pintura hecha sobre una pared o un techo con colores disueltos en agua de cal y extendidos sobre una capa de estuco fresco o húmedo. >>

Varios estimados invitados se habían reunido en ese lugar, pero tan pronto como Jimin entró, se convirtió en el centro de atención. Caminó más rápido, dirigiéndose a un rincón discreto, tratando de no toparse con ningún otro miembro de la realeza que hubiera llegado antes que él.

Felix sonrió maliciosamente al mirar a Jimin caminando por la habitación. Había estado tan ocupado preparando los planes de contramedida hacia los Kurkan que no habían podido verlo después de regresar de cazar. Apuntó en su mente que hablaría con él después de que la reunión terminara.

Al sentir sus ojos sobre él, Jimin desvió la mirada, se acercó a su padre y lo saludó. Luego, saludó a BoA, y después de reconocer la presencia de Felix con un movimiento de cabeza, tomó el asiento designado para él.

Poco después, el poderoso sonido de la trompeta sonó; la bulliciosa sala quedó en silencio. Todos contuvieron el aliento; sus ojos pegados a las magníficas puertas de la sala. Nadie se atrevió a parpadear, ya que algo que sería parte de la historia se estaba desarrollando ante sus propios ojos.

Las gigantescas puertas se abrieron, dejando que la luz del sol entrara. Poco a poco, las figuras de los Kurkan se volvieron claras, su piel excesivamente clara y sus ojos vívidos cautivaron a todos.

La gente exclamó con asombro ante la belleza de los Kurkan. A diferencia de la ropa formal de Estia, que se confeccionaba para que se ajustara perfectamente al cuerpo, las ropas de los Kurkan colgaban sueltas alrededor de sus cuerpos, hechas con generosas cantidades de fibra natural.

Pero a pesar de la hermosa apariencia de cada Kurkan, todos podían distinguir quién era su líder.

La piel blanca del hombre brillaba bajo la luz del sol, su cuerpo bien dotado de músculos tan fuertes y enormes como los de una bestia. Entró sin prisa, colocando un pie delante del otro, caminando sin ninguna preocupación por el mundo.

Sus ojos dorados recorrieron cuidadosamente la sala, deteniéndose justo en el príncipe, que lo miraba con una expresión de asombro.

'Esto no puede estar sucediendo...'

La respiración de Jimin se agitó, y su corazón se aceleró... Es más, pudo notar el indicio de una sonrisa en sus labios mientras su mirada profunda y aguda recorría todo su cuerpo.

El hombre avanzó, manteniendo los ojos fijos en Jimin. Se detuvo frente a la familia real, y una voz baja conocida hizo eco en toda la sala.

-"Que la luz bendiga a Estia,"

dijo el rey con una sonrisa significativa,

-"Soy el rey de los Kurkan, Min YoonGi."

Jimin apretó el dobladillo de su llamativa capa, queriendo arrancarla.

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'¡Es él!'































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El Príncipe y el Salvaje - YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora