Sudarios

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Oigo sudarios
y, la voz antigua se disipa
en billones de iris,
en billones de alas atravesadas.

Oigo tantos sudarios
y, la nocturnidad se eleva
en los llantos penumbrosos
de millones de huesos
de pájaros,
tan inmersos,
hacia el lenguaje abismal
de los espacios intransitables.

Poderoso inóculo,
collares vierten el lago del placer.

Toda una vastedad,
en aquellas gotas,
donde se vierte el cáliz ansiado,
donde delira la esperanzadora candelera consumada de otra juventud imaginaria.







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