Llama durmiente

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¿Por qué sumerjo cada latido
en las gélidas aguas de las cumbres,
si soy el fuego esplendente del Olimpo?

Si soy claridad, sintiendo.
¿Por qué me abstrae,
en partículas,
toda parasitaria oscuridad?

Sintiendo,
vendré con el viejo viento,
incipiente,
a despojar tus harapos de suplicios.

Cojitranco,
tuerto,
deambulo con las olas de tu cobalto.
Infiérname la piel de mis espejos,
Medusa de llanto.

Oh, calma de iris.
Mírame,
contémplame, como hundo la metamorfosis en tu rostro marino.
Grilletes de miradas en silencio,
desabotonan camisas lacrimosas en la disco oscura.

Soy una casa de madera,
-oh, llama durmiente-
que pertenece al bosque.

Contemplación desde la ventana de un gélido estío,
-oh, llama durmiente-
que pertenecerá siempre a tu crisálida de gusano.

Renuncio al guiño estéril de las esfinges.
Floto desde la dormición de lo real,
oh, llama durmiente.
Soy el impertérrito resonar del grillo en la noche vampiresca.

Si soy claridad, sintiendo.
¿Por qué me hundo
en el firmamento de reminiscencias
de un beso jamás dado?




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