Túnel

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He venido,
alguna vez,
como un ángel estrelladamente psicofónico.
He venido a verte,
como un intruso en el espejo,
ofreciéndote la paz en un ramo de espinas.
He venido hasta aquí,
tal vez no aprecias tanto a los colmillos del nocturno espantapájaros.

Represento a la larva del tiempo,
en carne y astilla.
Todo hueso se empolvora despaciosamente con la ausencia...

He venido,
como aquella vez.
Poco recuerdas,
al parecer, de la noche furiosa del trueno
y de aquellas inmensas lágrimas,
que labraron fuegos errantes.
He venido hace tiempo,
como un soplo, que ha desterrado todo bien desde el firmamento.
Ay, he disuelto toda bilis,
como un paroxístico despeñadero,
que es elixir y ofrenda al espectro luminoso de hoy.

No temas, ya no.
Las solitudes serán las silentes embestidas
hacia las últimas voces del proemio sideral.
Por lo tanto,
he rayado todo bote,
como la perpetuada libación de las flores del mal,
como la simiente que continúa desde las espejadas columnas del hedor.
Oh, como la emisión brillante de todo destierro en la casa de oro y velos etéreos.

No temas, ya no.
Sólo he de caer,
como antes,
desde el ojo sempiterno
de aquel libro en plena descomposición.

Represento a la larva del tiempo,
en carniza y grieta.
Oh, amor sombrío,
toda fulgurante crisálida, será la recompensa entre las esteladas espumas de las estaciones cíclicas.

Oh, reloj desencarnado,
la distancia siempre será respiración
de la piel cercana al túnel.




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