CAPÍTULO 11

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 Maneja en silencio, sus manos aferradas con violencia en el volante mientras las gotas de lluvia comienzan a empapar el parabrisas provocando un sonido hueco que lo conecta a la realidad.

—¿No me dirás que sucedió? —Jimin insiste colocando música y cruzándose de piernas en el asiento de copiloto. Yoongi lo observa con seriedad por el rabillo del ojo, notando la forma en que Jimin parece más preocupado en mantener su cabello estilizado e hidratados sus labios—. Tú nunca lloras. Escucha, si Seokjin te dijo algo pesado, ignóralo. Nunca volveremos a verlo, te lo prometo. Y, de ahora en adelante, solamente seremos tú y yo contra el mundo. Hasta soné cursi y todo.

Sus miradas se encuentran un instante, Jimin le sonríe en grande, pero Yoongi vuelve su mirada al frente después de dirigirle una mirada oscura y helada que provoca escalofríos en el omega.

—¿Has visto ese tipo de tiktoks que dicen: cuando tu amigo depresivo va manejando y aprieta el acelerador con más ganas? Bueno, así me siento ahora—Jimin bromea soltando una risotada quisquillosa.

—Así que esto te parece divertido. —Maneja con una mano, deteniéndose cuando la luz del semáforo se pone en rojo.

—Eh, no entiendo —y el hecho de que no tenga una remota idea de lo que habla hace reír fría y secamente a Yoongi, con tantas ganas que Jimin lo mira con extrañeza—. ¿Me perdí de algo? Oh, espera, espera —señala una pastelería a lo lejos—, vayamos ahí. Estaciónate cerca de aquí, anda. Porfa. Tengo ganas de un pastel. Tengo poquito dinero ahorrado, te invitaré.

Al ver que Yoongi lo ignora y sigue conduciendo cuando la luz se pone en verde, resopla cruzándose de brazos y desparramando su espalda en el asiento.

—¡Qué aguafiestas! —se queja delineando con su dedo una línea irregular que persigue a una gota de lluvia en el exterior del cristal—. Pensé que estarías feliz por mí.

—¿Puedes solamente callarte? Hablaremos en el departamento —dice el alfa con sequedad.

—¿Qué? —Jimin ríe, pero al notar que el alfa va en serio su sonrisa decae—. Oh... Vale, entiendo.

Y ninguno dice nada el resto del camino.

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Tan pronto llegan a casa, Jimin sigue a trompicones a Yoongi, intentando seguirle el ritmo cuando le ve dirigirse a la habitación de huéspedes sin inmutarse siquiera a mirarlo.

Se queda sin aliento y paralizado debajo del umbral de la puerta, observando la forma en que Yoongi abre el armario para descolgar toda su ropa y arrojarla sobre la cama.

—¿Qué estás haciendo? —Apenas consigue decir sintiendo una mala corazonada cuando el alfa continúa tomando sus prendas con agresividad—. ¿Gigi? Espera. ¡Espera un momento!

Jimin lo toma por la muñeca, la mano de Yoongi tiembla bajo su toque y todavía se aferra a un par de suéteres que ha hecho bolas y hunde en el interior del equipaje. Cuando Yoongi vira su rostro en su dirección, Jimin se queda sin aliento al ver sus ojos irritados, conteniendo tantas lágrimas como desprecio.

—¿Era cierto? ¿Todo esto fue por la herencia de tu abuelo? ¿Desde el inicio fue por el dinero? —Sus palabras parecen cargadas de furia, pero se escucha terriblemente quebrada y frágil. El semblante serio de Jimin lo vuelve todo mucho peor—. ¿Siquiera fueron verdaderas esas lágrimas que derramaste el día en que fuiste a pedir mi ayuda? Incluso pensé que Hoseok en verdad era un bastardo, pero tú... Tú eres mucho peor. Me usaste.

Jimin agacha su rostro, su mechón blanco cae sobre su frente y oculta su expresión. Sus dedos buscan desesperadamente los de Yoongi en busca de tranquilizarlo, y apenas consigue entrelazarlos suelta un suspiro doloroso cuando este lo aleja con brusquedad.

La Propuesta - YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora