CAPÍTULO 23

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Puede que Jeong se haya percatado de que —desde que Yoongi salió de la empresa y trepó en la camioneta— tiene el aspecto de poder pelear con quien se le ponga en frente. Porque conoce bastante a su jefe, sabe que cuando se enfada tira de su corbata y parece que le falta el aire. Su ansiedad se desencadena, pero jamás lo dirá en voz alta ni hablará de ello.

Por eso, Jeong prefiere mantenerse y manejar en silencio, con algo de música clásica de fondo en un intento de opacar el silencio incómodo. Por el espejo retrovisor puede percibir el aspecto tenso de Yoongi, la línea tensa que se ha formado en sus labios antes de volver a fijar su mirada al frente.

Será mejor no decir nada que le haga enfadar, pero alguien debería hacerlo. No es como si su jefe fuera a hablar con sus padres sobre el asunto; no suele hacer esas cosas. Rara vez habla con ellos. Rara vez habla con nadie fuera del trabajo, y rara vez se le ve sonriendo cuando no está cerca de Jimin o en un escenario. ¿Será eso? Tal vez hay un problema en el paraíso.

Bueno, si es así... y el jefe tiene problemas con Jimin, quizá pueda intentar darle un consejo. Jeong es consciente de que toda su relación con Jimin no es real del todo, pero también sabe que ambos deben estar terriblemente ciegos para no darse cuenta de que están muy locos por el otro y que no hay falsedad en ello.

¿Y la verdad? A Jeong le agrada Jimin, se nota que hace a Yoongi feliz, y no muchas personas consiguen sacarle una sonrisa genuina.

—¿Algo sucede entre usted y su omega? —decide preguntar, su voz sonando igual de grave y seria que siempre, pero reflejando algo de genuina preocupación.

Mi omega —escucha decir a Yoongi en un suspiro, como si quisiera probar la forma en que se siente decir esa frase en sus labios—. Eh, eso suena bien. Algo posesivo, porque Jimin no es mío del todo, pero suena bien.

Al echarle un vistazo por el espejo retrovisor, Jeong sonríe a medias notando lo sonrojado que se ha puesto su jefe.

—¿Señor, todo bien allá atrás?

Yoongi sacude su cabeza y trata de concentrarse. —Todo bien. Y todo bien con mi omega. Ningún problema. Al menos, no por el momento.

—¿Algo le preocupa?

—Conseguí la colaboración, Jeong —parece lamentarse, algo raro en él considerando lo duro que estuvo trabajando por esto.

—¡Felicidades! Le dije que todo daría frutos pronto.

—Sería un buen día si al menos Taehyung no me hubiera metido tantas cosas en la cabeza —masculla el alfa—. Me gustaría que me hubiera dicho algo bueno en vez de... Ya no importa. No puedo llevar a Jimin a Nueva York y no sé cómo va a tomarlo.

Parece desanimado. Jeong le echa un vistazo antes de aparcar cerca de una florería. Yoongi mira a su alrededor con desconcierto, preguntando la razón por la que se ha detenido.

—Si me permite darle un consejo, señor, creo que si llega con unas hermosas rosas y le explica la situación, Jimin lo entenderá —aconseja el hombre.

Yoongi sonríe un poco, agradeciendo antes de bajar corriendo al interior de la florería, ajeno a las personas que se aglomeran a su alrededor cuando lo reconocen.

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Al abrir la puerta del departamento, Rocky lo recibe con la lengua de fuera y moviendo la cola sin control. Yoongi le sonríe al cachorrito, cerrando la puerta delicadamente antes de arrodillarse con el ramo de rosas entre sus brazos, extendiendo su mano para permitir que Rocky empiece a lamer sus dedos.

La Propuesta - YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora