Nuestra Unión

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7 años después...

Apocles ha crecido bastante, su altura se hacía notar entre las Amazonas, ya que llegaba a los 1.91 metros sin problema, aparte de que sus facciones faciales y corporales habían hecho un gran trabajo en su atractivo, esto solo hizo que se le atribuyera más el significado de su nombre "La Gloria de Apolo", el dios del sol que era considerado como el más hermoso del Olimpo, sin duda Apocles había obtenido un atractivo difícil de ignorar incluso para las amazonas, normalmente no se fijarían en el físico de un hombre si no fuera para ver debilidades, pero él no era un hombre normal, era uno considerado, amable y atento con todos los que lo rodeaban.

Sobre todo con Diana, quien también había crecido bastante bien, había adquirido una cara y cuerpo de guerra muy llamativos a la vista, su atractivo femenino sin duda era obra de Afrodita, la Diosa más Hermosa del Olimpo y la Diosa del amor y la seducción. Ambos se hicieron mucho más cercanos que de costumbre, siempre teniendo ese sonrojo en sus mejillas, las amazonas ya estaban sospechando que ellos dos tenían una relación más allá de la amistad, cosa que se volvería realidad esa noche, en la que Apocles le dijo a Diana que lo esperara frente a su cuarto.

Ambos al encontrarse hubo un silencio que parecía sepulcral, hasta que Apocles intentaba abrir la boca para decir algo pero no encontraba las palabras adecuadas para decirle la verdad, la verdad de sus sentimientos hacia ella. Diana juntó las cejas mientras veía cómo el rostro de Apocles adoptaba una expresión cómo de malestar. Ella dio un paso hacia él, confundida.

Diana: ¿Sucede algo, Apocles?

Había regresado, esa extraña sensación de calidez y miedo enrollados en uno solo. Apocles sintió que su postura se ponía rígida a medida que ella se acercaba, su aroma de loción natural se elevó para saludarlo, embriagando sus sentidos que le llenaron los ojos y la boca cuando ella se acercó a él. Desde lo más profundo de su ser, Apocles quería alejarla, gritarle, sacudirla hasta que entendiera por qué él...la quería. Diana estaba delante de él, con una túnica de dormir que hacia notar su hermoso cuerpo. La melena de ébano estaba recogida hacia atrás, lo que sólo sirvió para enfatizar los profundos ojos azules que habían cautivado a Apocles desde que comenzó a sentirse así por ella.

Sus labios se separaron, moviéndose para formar su nombre. Lo único que podía pensar era el deseo de juntar los de ella con los suyos. El ruido de la lluvia, el viento y las olas justo afuera del palacio ahogaba cualquier pensamiento que no fuera el de abrazarla y decirle a gritos lo que sentía. Justo el día anterior, ella le había preguntado qué haría con una mujer si tuviera la...oportunidad de estar a solas con ella sin interrupciones.

Diana: *preocupada toca su brazo* Apocles...¿Te encuentras bie...?

Ella llegó muy lejos, su toque, la sensación de su piel contra la de él, era electrizante. De repente, Apocles sintió que sus instintos se apoderaban de él. El animal que tenía dentro le rugió que la tomara, que la reclamara como suya, intentando su conciencia amazónica resistirse a ello, pero ¿Cómo podría resistirse? Después de todo, no comparten lineas de sangre. Finalmente Apocles llevó sus manos a las mejillas de Diana y sus labios...se encontraron en un beso entre ambos. Ella estaba ante él, el espíritu mismo de la belleza.

Apocles sabía qué nunca se había sentido atraído por una mujer, y quedó cautivado tratando de ignorar esta creciente atracción, pensando que podría ser lo suficientemente fuerte como para reprimir sus sentimientos hasta que entendiera más sobre su origen. Pero Diana...hermosa y fuerte Diana, su toque lo había impulsado a actuar, sin importar si estaba bien o mal, había mucho que un hombre podía soportar, pero tener a Diana tan cerca y con tantas emociones revueltas...lo habían hecho actuar, guiado únicamente por los instintos de pasión que poseen todos los seres vivos.

Kal-El, Hijo de ThemysciraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora