No te hagas la tonta que no te queda

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La Agencia
POV Becky
Ahí está ella, 10 años después, de Freen no queda nada, ni el nombre. Así que en realidad se llamaba Sarocha y además, ahora está casada. Bueno, es lo natural ¿no? Tener 30 años y con esa cara tan bonita es muy difícil estar soltera. Salvo yo, que estoy soltera ¿porque quiero?, ¿porque me dediqué integramente al trabajo? ¡Ja! ¿A quién quiero engañar? Sé perfectamente la razón y esa razón está sentada en mi silla, conversando y riendo animadamente con Irin mientras revisan los libros contables. ¿Y yo? Pues mirándola sin atinar a nada más que contemplarla. Esa risita cuando supo que era soltera... parecía una burla. Ser soltera no me hace una perdedora ni mucho menos. Ella no sabe cuál es el motivo de esto. Ella solo sabe que me fui y la dejé como si no me importara nada de lo que tuvimos: un enamoramiento tonto por chat de un par de mocosas. Eso es lo que fue. Aunque si no hubiera sido importante, luego de 10 años no me afectaría tanto el verla frente a mí, sonriendo y siendo lo más bonito que vi en mi vida.

- Becky, me alcanzas el libro del primer trimestre del año pasado, por favor.

- Este... ¿dónde estaba? No recuerdo en qué lugar los guardamos, Irin.

- ¿Cómo que no recuerdas, Becky? Si trabajaste en ellos ayer antes de irte.

- Ah, cierto. Estoy con la cabeza en otra parte - levanto papeles y libros de mi escritorio, revuelvo todo y no lo encuentro.

Freen me toca el brazo con su dedo índice, volteo a verla y me da el libro.

- Estaba justo frente a usted, señorita Armstrong. Si tiene problemas de concentración en el trabajo voy a sugerir que pase por una revisión médica. A mí me gusta que mi personal esté siempre saludable. Bueno, voy a seguir con mi visita por las demás áreas. Me he quedado más de la cuenta en el área de los números. Un placer conocerte Irin, me has demostrado que conoces muy bien tu trabajo y me quedo tranquila viendo que la contabilidad de la agencia está en buenas manos.

Irin le vuelve a guiñar un ojo coquetamente y Freen sonríe. Luego cambia a una cara seria y se dirige a mí.

- Espero que en una próxima oportunidad, señorita Armstrong, pueda demostrar que no le regalaron la jefatura de finanzas de la empresa. Y conste que no soy de dar una segunda oportunidad solo lo estoy haciendo porque Irin me ha dicho que gran parte de su trabajo es complementado por el que usted hace.

Su actitud prepotente me llenó de ira pero traté de sonar lo más tranquila posible.

- No necesito otra oportunidad, señora Chankhima, si desea tomar una decisión hágalo de un...

- No le haga caso, señora Chankhima - me interrumpió Irin, tapándome la boca con la mano - ella no debió venir hoy porque desde ayer está con una fiebre altísima. Es más, creo que continúa con fiebre - dijo esto mientras me tocaba la frente como si estuviera midiéndome la temperatura.

Freen me vio preocupada y por un instante hizo el ademán de tomarme la temperatura pero se contuvo y volvió a su postura pedante.

- Eso explica el porqué no ha podido armar una frase decente de más de tres palabras. Ya estaba dudando de su capacidad de comunicación, señorita Arsmtrong.

- No pues si Becky es una experta en comunicaciones. Le encanta la lectura. Sobretodo poesía.

Yo estaba rogando que Irin se callara de una vez. Freen me vio de una manera distinta, quizás nostálgica. Yo me perdí en sus ojos color noche y otra vez, volvió a cambiar abruptamente de actitud.

- Espero que no pierda tiempo leyendo poesía en horas de trabajo, señorita Armstrong.

- No lo hago. Y no creo que deba darle explicaciones de lo que hago en mis tiempos libres.

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