¿Qué haces aquí?

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Oficina de Gerencia General

Era la quinta vez que Freen leía la nota que acompañaba el hermoso ramo de tulipanes rosados. Además de la maravillosa sorpresa que fue encontrar las flores en su escritorio, lo que Beck había escrito la tenía flotando en nubes de algodón de azúcar. Sí, así de cursi se había vuelto y si antes a la exitosísima Sarocha, segura de sí misma y una loba para las negociaciones, le hubieran dicho que el amor la iba a tener soñando en rosita, se hubiera reído en la cara de quien se hubiera atrevido a siquiera insinuarlo.

Pero en estos casi dos meses que había reencontrado al amor de su vida, su único amor en realidad, todo había cambiado.

Mi Freen, Sí, acepto casarme contigo en todos los países donde esté permitido.
Acepto estar en tu vida y que tú estés en la mía, dándome ganas de, por fin, vivirla al máximo.
Soy tuya, confirmo lo que yo ya sabía desde hace 10 años, a pesar de habérmelo negado. Y eres mía, lo sé.
No sé si alguien sea capaz de amar más de lo que te amo. Todo lo que siento por ti no cabe en mí, me rebasa y me encanta sentirme así... que me hagas sentirme así.
Mi Freen, mía y solo mía, 1904.
Tu Beck, tuya y solo tuya.

Lágrimas de puro amor brotaban de los ojos de Freen. Solo Beck lograba en ella alcanzar tanta felicidad que la conmovía al máximo.

No tenía cabeza para pensar en el trabajo ni en los asuntos del atentado que, gracias a Dios, parecía estar quedando en el pasado. Solo pensaba en Becky y en cómo sería su vida juntas de aquí en adelante. Ambas se amaban pero tenían muchas diferencias - no importa - pensó en voz alta Freen, a partir de ahora iban a solucionar esas diferencias y nada ni nadie las podría volver a separar.

Freen marcó en su celular el teléfono de la persona que más la conocía. Necesitaba de ella para lo que estaba planeando.

- Hola, necesito contarte algo. Ven a mi oficina... (pausa para oir a su interlocutora)... entiendo. Entonces, nos vemos luego en mi departamento.

Oficina de Finanzas y Contabilidad

- Es raro que Freen no me haya llamado o venido hasta acá luego de ver las flores - pensó en voz alta Becky - ¿estás segura que escribiste bien la nota con todo lo que te dije?

- Sí - respondió de mala manera Irin.

- ¿Y a ti qué te pasa?

- ¿Qué me pasa? - dijo Irin casi al borde de un ataque de furia - Pasa que hoy con tus locuras, me tuviste casi a punto de un infarto. Primero me descalabré la cabeza contra el escritorio de Freen para ocultarme de Engfa.

Becky trató de ocultar la risa al imaginar a su amiga en esta situación.

Luego, tuve que esconderme en el baño - prosiguió Irin - porque llegaron Heidi y la capitana Mind, muy juntitas a la oficina y para mi sorpresa cuando estaban en plena sesión amorosa me descubrieron gracias al sonido del teléfono con tu bendito mensaje de texto... ¡qué vergüenza!

Becky no paraba de reir mientras Irin le contaba sus peripecias, aunque no dejaba de sentir culpabilidad por todo lo que le pasó.

- Y para terminar de rematarlo todo, cuando salgo del baño, sin querer le veo los pechos desnudos a la capi que tenía la blusa abierta. - continuó Irin - y obvio, no soy ciega y me quedé viendo un poco más de la cuenta... pero cuando volteo a ver a Heidi, ella me estaba viendo con cara de que pasaban por su mente, 37 mil formas de matarme y con mucho dolor.

- Ay no puedo con esto - dijo Becky doblada de la risa - discúlpame Irin, te ganaste el derecho de ser la madrina de tus futuros sobrinos.

- ¿Recién me lo he ganado? Yo pensé que de hecho me considerabas la madrina de los futuros freenbeck's babies.

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