Capítulo 7

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¿Alguien sabría decirme la respuesta?- preguntó el profesor Galev.

"No", "No se puede", "Eso es imposible" eran algunas de las respuestas que contestaron sus alumnos.

-Busco una respuesta algo más elaborada. Por ejemplo... ¿Usted, señor Silvore?

Spiro se puso en pie, tomó aire y trastabilló varias palabras para ganar algo de tiempo. Ni siquiera había escuchado la pregunta; de hecho el profesor Galev se la hizo con la intención de avergonzarle por no estar prestando atención.

-Eh, sí... pues...- balbuceó varios segundos.

-Siéntese, por favor. No nos haga perder más tiempo.

La clase rio. El profesor señaló a Xeil, el compañero de pupitre de Spiro.

-¿Y usted, señor Lebunt?

El alumno se levantó, aclaró su voz y respondió:

-No sería posible, ya que sólo se puede tener control sobre elementos inanimados. Sería inútil intentarlo si el continente tiene vida.

-Mmmm...- masculló el profesor Galev algo molesto. Pretendía atraparle del mismo modo que hizo con Spiro, pero no lo logró.- Efectivamente, así es. Únicamente se pueden moldear o encantar los elementos que hay en la naturaleza o, como bien a anotado el señor Lebunt, fuera de un cuerpo vivo. Muy bien, puede sentarse.

Tomó asiento de nuevo en el grueso pupitre de madera. Continuó la charla con Spiro pero esta vez se aseguró de disimular clavando sus ojos azules en el encerado.

-Pan comido.

-Me empiezas a dar miedo, Xeil. Cada día te pareces más a mi hermana.

-¿Porque soy capaz de estar pendiente de dos cosas a la vez?- sonrió mientras se rascaba la nuca y aprovechaba para comprobar si su pelo rubio seguía bien atado al final de la cresta.

-Bueno... yo me refería más por lo de empollón. Pero sí, también coincidís en eso.

Antes de que pudieran cambiar el tema de la lección, una alumna en la primera fila levantó la mano pidiendo permiso para preguntar. El profesor Galev se lo concedió.

-Profesor... ¿Es completamente imposible controlar un elemento dentro de un ser vivo? Quiero decir... ¿Nunca se ha intentado?

-Tiene una curiosidad un tanto afilada, señorita.- se rascó la barba ocultando una risita.- Sí, obviamente muchos lo intentaron. Incluso los más virtuosos pasaron años investigando, sobre todo durante la guerra. Dicen que se hicieron miles de estudios, libros, ensayos... pero todo se perdió cuando se reconstruyó el continente. No hace falta decir que ese tipo de investigaciones están completamente prohibidas.

-¿Y nadie nunca lo consiguió?

-Nadie fuera de las leyendas, se lo aseguro. Todos conoceríamos su nombre. Sería sin duda la persona más poderosa de todos los tiempos. Imagínese si con la misma facilidad con la que un Maestro hace danzar las gotas de agua, pudiera removerse la sangre de sus venas. O que agite el aire que está dentro de sus pulmones a placer con tan sólo ladear los dedos. Da miedo pensarlo, ¿no le parece? Los elementos pueden usarse como arma. Serán una espada o un escudo, pero nunca harán del cuerpo una marioneta.

-¿Entonces qué es lo que hace inmunes a los seres vivos?

-Nada se sabe a ciencia cierta por el momento, pero lo más posible es que la misma bendición de la luna traiga consigo una protección contra los elementos. Todos conocen perfectamente de dónde provienen sus habilidades. Si no le importa, señorita, hagamos un resumen de las fases lunares para los más despistados.- dijo en tono burlesco mientras señalaba a Spiro con la mirada.

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