Capítulo 11

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-Aquí estoy, chicos.

-¡Dalia, qué susto!- gritó Spiro dando un brinco desde su silla.

El bibliotecario y los cinco grupos de alumnos repartidos en diferentes mesas le miraron inquisitivamente. Rennon siseó pidiendo silencio. Tuvieron la mala suerte de que aquel día la profesora Vermillia mandó a una clase de quinto curso a buscar información para un trabajo de historia.

-¡Perdón!- volvió a gritar.

Xeil, que estaba sentando a su lado, le dio un codazo para que se callara. Rennon negó con la cabeza dejando salir un largo suspiro. Dalia se sentó al otro lado de la mesa.

-Disculpa, no quería asustarte.- susurró ella recogiendo su largo pelo rubio detrás de la oreja.

-Tranquila. No es culpa tuya que además del más cobarde, tengamos aquí al más escandaloso de toda la escuela.- Xeil miró a Spiro con cierta molestia.

Dalia se enfocó en el mamotreto abierto sobre la mesa.

-¿Habéis encontrado algo sobre... ya sabéis... los Alquimistas?

Aunque hubieran visto uno en persona, a Dalia le costaba nombrarles. Era un tabú social tan arraigado, que por costumbre o falta de ella, el tema no era capaz de fluir con naturalidad.

-No mucho. Tampoco es que tengamos idea de por dónde buscar.- contestó Spiro.- Es la primera vez que entro aquí y esto es enorme...¿Dónde está Nïl? Seguro que ella se conoce cada apartado como la palma de su mano.

-Se ha quedado en clase hablando con tu madre. Es por la prueba para ascender al último año.

Dalia y Spiro compartieron una mueca de preocupación. Los dos sabían cuánto agotaba a Neela tanta presión, mental y físicamente.

-Chicos, centrémonos.- interrumpió en voz baja Xeil pasando las hojas del grueso tomo.- Obviamente no iba a haber una estantería dedicada a los Alquimistas, así que hemos estado buscando libros sobre la historia del siglo pasado. Hemos ojeado decenas y todos vienen a decir lo mismo. Resumiendo, vinieron con intención de conquistarnos y conseguimos repeler el ataque. Ni siquiera en los libros que hablan sobre la caída de Arshala se nombra qué poder tenían los Alquimistas.

-Entiendo que después de la guerra hubiera rencor por ellos y se haya convertido en un tema casi prohibido. Pero... ¿Por qué tanta insistencia por ocultar sus poderes?- Dalia arqueó las cejas con pena.- Además, si conseguimos rechazar el ataque, eso significa que nosotros fuimos más fuertes que ellos, ¿no?

-O no.- respondió Xeil y empezó a leer del libro que tenían enfrente.- Arshala, la segunda capital del continente de Luxia, cayó en el año 1379 Lunavita. Sufrieron el asedio de los Alquimistas, los cuales asaltaron por sorpresa la ciudad. Cuando las fuerzas de Valexia llegaron a socorrerles, la capital hermana ya había sido saqueada y reducida a cenizas. Los soldados Valexianos, apoyados por los poblados circundantes de Arshala, repelieron al enemigo con facilidad. Los Alquimistas huyeron en barco, volviendo al continente de Umbreria. Cuatro años más tarde, en 1383L.v., intentaron una nueva conquista pero fueron reducidos sin causar bajas importantes en la armada Elemental. El estrecho donde se libró la batalla tomó el nombre de "Las cien cicatrices", ya que los soldados Alquimistas...- Xeil detuvo su lectura y entonó con incredulidad.- ¿Firmaron la paz en el 1388L.v.? Esto no tiene sentido.

Hizo una pausa, se rascó la cabeza pensando y continuó leyendo:

-Los habitantes de Umbreria aceptaron los términos que fueron los siguientes: No crear ninguna colonia en Luxia, no establecer rutas comerciales con ningún pueblo del continente...-volvió a detenerse.- Sigo sin entenderlo.

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