Capítulo 12

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-La robaremos del despacho de la directora Aether.- dijo Neela despreocupada de que pudieran oírla, ya que había demasiado ruido en el comedor y cada cual prestaba atención a su propia conversación.

-¿Estás de broma, no?- replicó Spiro antes de dar un bocado a un trozo de pan tostado untado con mantequilla. Con la boca aún llena continuó:- Ni siquiera Xeil y yo nos hemos atrevido nunca a tanto. Si nos pillan será una expulsión segura.

-Es la única forma que tenéis de acompañarnos. Dalia y yo somos mayores de edad, no necesitamos la autorización para salir de La Academia.

-Id vosotras solas, entonces.

-Claro. Nos metemos en medio de un pueblo de Alquimistas y nos defendemos con ramas y piedras. ¿O les pedimos educadamente que nos lleven al río más cercano para poder estar en igualdad de condiciones?- repuso su hermana sonriéndole con un tono irónico.- ¡No seas idiota! Además... Necesitamos que vengáis.

Neela miró a Xeil. Éste asintió, tragó el bocado que le había dado a una manzana y empezó a explicar:

-Antes de que el niño huyera, encanté dos pétalos de Cerniso y los metí en su macuto sin que se diera cuenta. Fue cuando le empujé por segunda vez contra la pared. Es el mismo encantamiento que se usa para la correspondencia de correo, algo sencillo; uno hace de destinatario, otro de remitente y así, teniendo uno de los pétalos...- sacó del bolsillo de su túnica el pétalo azul.- puede guiarnos al otro. De algo tenían que servir las clases de la profesora Aleria. No pongo la mano en el fuego a que vaya a funcionar, pero no se pierde nada por intentarlo.

-¿Hiciste todo eso mientras el niño huía? Es increible.- se sorprendió Dalia.- Eres...

-¡Un maldito genio!- exclamó Spiro escupiendo un trozo de pan sin querer.

Los tres rieron mientras Xeil se rascaba avergonzado el lado rapado de su pelo.

-Sólo tendremos una oportunidad de encontrarle. Una vez se pronuncie el encantamiento, el pétalo buscara el otro y cuando se toquen se perderá el rastro de los dos. El boticario dijo que robó hierbas medicinales, así que seguro que no advertirá la hoja encantada. Lo que más nos urge ahora es saber cómo vamos a conseguir una autorización para poder cruzar las puertas de La Academia.

-Será complicado.-anotó Dalia.- Me he estado fijando que la directora Aether nunca abandona su despacho. Las pocas veces que sale, además de cerrar con llave, deja Celadores vigilando.

-¿Y si entramos por la ventana?- propuso Spiro.

-Sí. ¿Cuál de nosotros no es capaz de escalar veinte metros de piedra?- le reprochó Neela, de nuevo con voz sarcástica.- Hermanito... mejor que no seas tú quien piense el plan.

-No tenemos muchas opciones.- comentó Xeil.- Podríamos conseguir las llaves de la conserjería de Gheor... Distraerle no será difícil, basta con montar algo de bulla... pero nos costará una bronca a alguno de nosotros.

Los tres se giraron a mirar a Spiro.

-Oh, gracias, me siento profundamente alagado, chicos. Pensar no me dejéis, pero ser cabeza de turco se me da genial... ¡Tener amigos para esto!

-Serás nuestro héroe.- rieron los tres.

-Está bien...- accedió sin poder evitar sonreír con los demás.- Vale, y cuando tengamos la llave del despacho de dirección, ¿cómo vamos a evitar a los Celadores? No creo que sean tan fáciles de persuadir como Gheor.

-Quizás si entramos por la noche...- dijo Neela insegura.

-¿¡Quieres superar todas mis trastadas de cuatro años en un día!?- se sorprendió con las palabras de su hermana.- Engañar al portero, robar las llaves, entrar de noche en la escuela y volver a robar a la directora para salir sin permiso de La Academia. ¡Impresionante, Nïl! Has pasado de ser la alumna ejemplar a la bandida de la escuela.

-¿Has visto? Hasta en eso soy mejor que tú.- se burló sacando la lengua mientras sonreía.- Ya te daré clases, no te preocupes hermanito.

-No creo que a la noche los Celadores bajen la guardia.-aportó Dalia.- Seguro que hay patrullas nocturnas por los pasillos, la escuela tiene cosas demasiado valiosas. Pero...-se detuvo tímidamente con miedo de que no fuera una idea lo suficientemente buena.- A lo mejor están más distraídos en la Noche del Heraldo.

-No sería un mal plan.- dijo Neela.- Está claro que todos se reunirán en el jardín trasero, incluidos Maestros, la directora e incluso Gheor. Seguramente dejen los golems defendiendo el interior porque casi todos los Celadores suelen participar también en la fiesta.

-Los golems deberían estar encantados para que hagan un recorrido fijo.-dijo Xeil.- Seguramente se pueda deducir los pasos que van a dar.

-¿Qué pasaría si nos ven?- preguntó Spiro.- No creo que se pongan a atacar a los alumnos. Sólo son trozos de piedra.

-Si nos agarran no creo que podamos librarnos de su atadura hasta que un Maestro nos suelte.- le respondió su hermana.- Por si acaso no lo vamos a comprobar.

-Muy bien tiene que salir todo para que no acabemos con una expulsión firmada por la directora en la Noche del Heraldo.- dijo Xeil.

-No digas eso, ¡lo conseguiremos!- se entusiasmó Dalia extendiendo una mano sobre la mesa.

Se sintió un poco tonta al ver que nadie le seguía en el gesto, pero cuando estuvo a punto de quitarla avergonzada, Neela apoyó la palma en el dorso de la suya.

-¡Por supuesto!

Xeil se unió con una sonrisa insegura. Spiro hizo lo mismo negando con la cabeza:

-¡Bah! De todos modos ya tenía un pie fuera de La Academia.

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