Capítulo 3: Augustine

148 6 5
                                    

Tras dejar a Stefan en los años 20, a Ariadna ya no le quedaba nada que hacer

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Tras dejar a Stefan en los años 20, a Ariadna ya no le quedaba nada que hacer.
Probó muchas cosas nuevas durante mucho tiempo, y ahí fue cuando se dio cuenta de lo mucho que le gustaba la pintura.
Desde pequeña había mostrado indicios de ser una persona muy creativa, sobretodo cuando creaba juguetes con algunas maderas que encontraba por casa o aquella vez que le hizo a su hermano Stefan un coche por su cumpleaños.
Ariadna se lleva 3 años con su hermano Stefan y 9 con Damon. Lo cierto es que siempre ha sido la princesa de la familia, a la que todos mimaban, y cuando su madre pasó al otro mundo por muy dolidos que estuvieran sus hermanos mayores siempre estuvieron ahí para ella y fueron su ejemplo a seguir.

Sobre los años 40 se había convertido en una artista reconocida del país, y firmaba todas sus obras con el nombre de Ariadna Johnson para que su auténtica identidad no fuese revelada porque la gente podía sospechar de un apellido tan inusual como Salvatore, además, ¡no quería que sus hermanos la encontrasen!
No la malinterpretéis, Ariadna adoraba y sigue adorando a sus hermanos, pero el simple hecho de pasar un poco de tiempo siendo independiente la volvía loca. Tras tantos años dependiendo de hombres quería convertirse en la mujer independiente que es ahora, ¡estamos en el siglo XX, por favor!

Ari tenía una dinámica para sus exposiciones un poco rebuscada.
Cuando ya había decidido las obras que presentaría, se hacía pasar por otra persona en su propio "museo". La identidad que más le gustaba utilizar era Jessica Brown, y bajo ese nombre conoció a varios hombres muy peculiares, pero solo había uno que había conseguido conquistar su corazón.
En el 1947 hizo una de sus exposiciones más personales, ya que tras haber pasado la Segunda Guerra Mundial a la chica se le había roto el corazón tras ver todas aquellas atrocidades que la humanidad fue capaz de cometer, por lo que en todos sus cuadros representó ese dolor y tristeza con tonos blancos y negros acompañados de rojo para representar la sangre.
Desde que entró a Ariadna le llamó la atención, pero no por lo apuesto que era o por aquel semblante frío que llevaba, sino por la ropa.
La moda había cambiado mucho durante los siglos y ella había sido presente en ello, pero las vestimentas de los años 40 las aborrecía a no poder más, y sobretodo aquel traje que quería ser extravagante y no lo lograba, un horror total.
El hombre miraba las obras de la no tan joven artista con detenimiento. Más que buscarle defectos al cuadro como solían hacer la mayoría de personas intentaba extraer todo el sentimiento detrás de cada uno, y eso era algo que tenía a la artista fascinada.

El mantra de Ariadna siempre había sido "vida solo hay una, aprovéchala", y aunque ahora tuviese una inmortal, eso no le impediría lanzarse a la aventura siempre que pudiera, porque así era la chica, extrovertida a no poder más, por lo que con todo el valor del mundo y sin una pizca de vergüenza se acercó a aquel misterioso hombre, que quería recordarle a alguien pero no sabía bien a quien.
Al llegar al cuadro donde se encontraba se posicionó a su lado para empezar una conversación, pero él se le adelantó.
-Fascinante, ¿verdad?-. Lo fascinante era la voz tan sensual que le habían otorgado a este hombre y no el cuadro.
-¿A qué se refiere?
-La autora se expresa sin miedo en todas su obras. Es como si quisiera concienciar a la humanidad de las atrocidades cometidas y no le temiese a que le dijeran nada.

🖤EL HOMBRE DE MIS SUEÑOS🖤-ELIJAH MIKAELSONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora