Capítulo II

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Jhon

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Jhon

Me detuve frente al gran ventanal que tenía el señor Morgan en la oficina de su enorme casa, pensando en cómo proceder de ahora en adelante. Mi vista viaja por toda la entrada de la casa, la protección es nula, cualquiera puede entrar, no tienen ningún vigilante ni rejas, son presa fácil. Miro la habitación y no veo cámaras, al entrar tampoco vi ninguna en las estancias por las que pase. Él señor Morgan no me quita la mirada de encima, está ansioso de recibir una respuesta.

─ Si quiere que yo proteja a su hija hay reglas ─ le informo.

─ Las obedeceremos al pie de la letra─ volteo a mirar a la chica y parece no estar muy convencida.

─ Principalmente su hija ─ él asiente ─ tiene que ser consciente también que haré reformas en su casa, no serán muchas, pero sí necesarias.

─ Lo que necesites.

─ Bien, en ese caso, mañana a primera hora vendrán a instalar cámaras de seguridad y un portón, están muy expuestos sin este. También pondré un vigilante que anotará cada entrada y salida con la hora exacta. Para Aelia ya no habrá salidas, lo mejor es que no aparezca en público hasta que sepamos la clase de peligro al que está expuesta.

─ ¿Qué? Eso no va a pasar.

─ Será por un tiempo nada más hija.

─ No, me niego a quedarme aquí encerrada, ¿lo estas escuchando papá? va a volver la casa una cárcel.

Él señor Morgan ignora las palabras de su hija y se gira a verme.

─ Se hará lo que sea necesario señor Black.

─ ¡Papá!

─ Necesita saber señor Morgan, que tengo tolerancia cero, estoy aquí para proteger su vida señorita Aelia, no soy niñero. Si rompe las reglas, me largo. Necesito saber que está dispuesta a colaborar.

Ella pasa de fulminarme con la mirada a ver hacia su padre, quien le ruega con la mirada que acepte. Parece pensarlo un momento y después de un largo suspiro acepta.

─ Bien.

─ Bien. No hay más que decir entonces.

El señor Morgan se levanta y sellamos este acuerdo con un apretón de manos.

Baje a mi auto por mis cosas, ya había venido preparado porque con Benjamín ya habíamos arreglado desde hace unos días, él ya me había comentado acerca del problema que tenía con esta persona que ha estado amenazando con hacerle daño a Aelia.

Abrí el maletero y bajé las dos maletas que había traído, sentí una mirada sobre mi, cuando gire a mirar me cruce con los ojos celestes de Aelia, que me observaba desde arriba. Algo dentro de mí me decía que esto no sería fácil, Aelia presentaba signos de niña rica, mimada y consentida, justo el tipo de persona que detesto. 

El Corazón de AeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora