Capítulo VI

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 Aelia

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 Aelia

Después del almuerzo con Jhon volvimos a casa, me cambié de ropa y le pedí ayuda a Jhon para bajar mi caballete al jardín, hace un par de días Margaret me había contado de una flor que comenzó a crecer y por lo que me contó en la mañana ya había florecido y me pareció buena idea retratarla.

Me sentía inspirada y emocionada, la luz del sol era perfecta para capturar detalles de la flor y la naturaleza que me rodeaba. Me senté frente al caballete, tomé mi paleta de pinturas y empecé a mezclar las pinturas. La flor era hermosa, con pétalos de color rosa y un centro amarillo brillante. Disfrutaba del sol de la tarde y la brisa fresca que soplaba en mi rostro.

Cada pincelada era un acto de amor y dedicación, tratando de capturar la esencia de la naturaleza en cada trazo. Me dejé llevar por la magia del momento, los colores de la flor cobraban vida en mi lienzo, era como si hubiera logrado congelar el tiempo y preservar la belleza efímera de la naturaleza para siempre.

Finalmente, di los últimos retoques a mi obra y me aparté para admirarla.

─ Si que eres buena ─ exclama Jhon apareciendo a mi lado con un vaso de agua en la mano ─ creí que estarías sedienta.

─ Gracias ─ tomo el vaso llevándomelo a los labios.

─ Realmente tienes talento Morgan ─ sonrió observando a Jhon, era un gran cumplido viniendo de él.

Los verdosos ojos de Jhon escudriñaban cada detalle de la pintura, sus facciones se suavizaron, la luz del atardecer iluminaba su rostro dándole un aire misterioso y atractivo. La idea de retratar a Jhon se apoderó de mi mente con fuerza. Iba hacerlo, pero en la privacidad de mi taller de pintura.

─ Viniendo de tí, es un gran cumplido ─ le respondo después de un momento de silencio.

─ Probablemente sea el último, así que atesóralo.

Me muerdo el labio superior intentando no sonreír mientras él se marcha, miró de nuevo mi cuadro y me fijo que ya está anocheciendo.

─ ¡Eh! lleva mi caballete, por favor.

 Abrí el agua caliente y la deje correr en la tina, agrego unas gotas de aceite esencial, dejando que su dulce aroma reconfortante llene el aire

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 Abrí el agua caliente y la deje correr en la tina, agrego unas gotas de aceite esencial, dejando que su dulce aroma reconfortante llene el aire. Tomo un poco de jabón líquido y vierto una generosa cantidad en el agua, creando montones de espuma y burbujas. En un cajón de mi guardarropa, escondido, tenía una botella de vino. la coloque con cuidado en el borde de la bañera.

Me sumerjo lentamente en el agua caliente, sintiendo cómo mis músculos se relajan y mi mente se desconecta del mundo exterior. Cierro los ojos y dejo que la calidez del agua y el aroma del aceite me envuelvan por completo, me sumerjo más profundamente en el agua, dejando que las burbujas acaricien mi piel.

Mientras disfruto del baño, tomo la botella de vino dulce, le sacó el corcho y llevó el pico a mis labios dejando que su dulzura y sabor me envuelvan.

Luego de un rato decido salir, envuelvo mi cuerpo en una suave bata de baño y entre a mi habitación para vestirme. La puerta doble de cristal que da hacia mi balcón se abre de par en par, haciendo que las cortinas se agitaran violentamente, me asusté dejando escapar un grito de sorpresa.

─ Soy yo, cariño soy yo ─ Owen aparece acercándose rápidamente para taparme la boca con sus manos.

─ ¡¿Estás loco?! ─ Le grité a media voz con dureza.

─ Lo siento, no quería asustarte, solo quería venir a verte.

pone sus manos en mi cintura atrayéndome hacia él, lo empujo y me sobresalto al escuchar unos fuertes golpes en la puerta.

─ Aelia, abre la puerta. ─ se escucha la dura voz de Jhon a través de la puerta.

─ Mierda ─ maldigo pensando qué hacer.

─ No me cae bien ese tipo.

Me apresuro a cerrar las puertas de cristal y las cortinas.

─ Ni tú a él, créeme.─ Tomo a Owen del brazo y lo dirijo al baño, los golpes en la puerta son más fuertes, debía apresurarme o Jhon sería capaz de romperla. ─ quédate aquí, no salgas o te juro hago que te mate.

Sin decir más cierro la puerta y corro hasta la puerta de mi habitación. Al abrirla la dura mirada con el ceño fruncido de Jhon me reciben.

─ ¿Estás bien? ─ pregunta escudriñando mi habitación y a mí.

─ Sí, me resbale en la ducha, me asuste.

Por la mirada que me dedica, sé qué no me cree, pero si dejo que descubra que el tarado de Owen logró burlar su seguridad, me temo que la aumentaría aún más.

─ ¿Estás segura? ─ cuestiona.

─ Si ─ contesto intentando sonar lo más convincente que puedo ─ ahora, quiero vestirme si no te importa.

Sé que no quedó convencido, pero aun así se retira. Cierro la puerta sintiendo como el efecto relajante del baño se esfuma siendo reemplazado por una nueva carga de estrés. Camino con rapidez hasta el baño al abrir la puerta Owen estaba parado con la botella de vino en la mano.

─ ¿Es habitual esto?

─ ¿Qué te importa? ─ contesto a la defensiva, arrebatándole la botella de la mano, para esconderla en su sitio.

─ Claro que me importa, ¿hace cuanto tienes esta adicción al alcohol?

─ No tengo una adicción al alcohol.

Él me toma del brazo obligándome a mirarlo.

─ ¿Hace cuánto?

Estaba tan enojada y tan asqueada por su comportamiento. ¿Cómo se atrevía a cuestionarme de esa manera?

─ Yo soy la que debería hacerte esa pregunta, ¿Hace cuánto Owen? ─ él me mira confundido ─ ¿Hace cuanto me engañas con Penny?

El Corazón de AeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora