Aelia Morgan, una talentosa artista de 25 años, se encuentra en una encrucijada después de un accidente automovilístico descubre que su vida corre peligro. Con un padre millonario que haría cualquier cosa para protegerla, se ve obligada a aceptar la...
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Aelia
La luz tenue y la música suave crean un ambiente íntimo y acogedor. Sin embargo, mi mente está lejos de aquí, ya que Owen me habla de su agotador día y los problemas que enfrenta en la empresa en la que trabaja, que pertenece a mi padre en sociedad con el suyo.
Su padre le exige mucho, porque en unos años Owen tomará el lugar de su padre en la empresa. Aunque Owen es una persona maravillosa y me importa profundamente, no puedo evitar sentirme desconectada en este momento. Me esfuerzo por escuchar sus palabras y asentir de vez en cuando, pero mi mente está ocupada con otros pensamientos.
─ ¿Me estás escuchando?
─ S-si, por supuesto.─ mentí.
─ ¿Entonces me ayudarás?
Mierda.
Le dediqué una sonrisa y saqué a lucir mis mejores dotes de actuación.
─ Por supuesto, cariño.
─ Bien, cuando hables con tú papá, avísame que le parece mi propuesta.─ deja su servilleta en la mesa y se levanta ─ iré al baño.
Bebo un poco de vino intentando recordar lo último que había escuchado de lo que Owen estaba hablando, mientras intento adivinar, mi mirada viaja a unos ojos verdes que me miraban con intensidad.
Jhon estaba sentado en la barra, con una bebida en su mano, levanto mi copa de vino a modo de brindis y él hace lo mismo. Me distraigo por una vibración en la mesa, era el celular de Owen, hasta ahora, nunca he sentido la necesidad de revisarlo, confiando plenamente en él. Sin embargo, algo dentro de mí comienza a dudar, una inquietud que no puedo ignorar.
Mis manos toman el teléfono y deslizo mi dedo en la pantalla, para mi sorpresa estaba desbloqueado. veo un par de notificaciones, pero una en sí llama mi atención. veo el apodo de Penny en la notificación y la abro. desde que los conozco apenas se soportan él uno al otro, son como dos enemigos.
O eso era lo que yo creía.
Todo el chat estaba lleno de mensajes subidos de tonos, Owen le dice lo mucho que le encantaba su cuerpo, y como se mueve en el sexo, ella enviándole fotos sin ropa. Me sentía asqueada, traicionada y muy enojada. Me estaban engañando los dos, me estaban viendo la cara. Cada palabra, cada conversación, es una puñalada directa a mi corazón. La confianza que tenía en él se desvanece en un instante, reemplazada por una sensación de traición y dolor indescriptible.
Vuelvo a voltear al baño y justo Owen estaba en el pasillo hablando con un hombre. Dejo el celular donde estaba, luego de un momento Owen regresa al lugar y mi rostro se transforma en una máscara de falsa ignorancia. Oculto mi angustia y el conocimiento recién adquirido, como si nada hubiera sucedido. Pero por dentro, mi mundo se ha derrumbado. La decepción y la tristeza se entrelazan, creando un nudo en mi estómago que amenaza con hacerme estallar.
Él me observa con una sonrisa, que desearía en este momento arrancársela de la cara.
─ Estás hermosa esta noche. ─ Estaba tan llena de impotencia, que si abría mi boca era solo para maldecirlo, tome mi copa de vino y me tome todo el líquido de un trago.─ ¿Quieres que pida que te rellene la copa?
─ No te preocupes, ya se me hace tarde.─ tiró la servilleta que reposaba en mi regazo sobre el plato vacío y me levanto.
─ ¿Qué? ¿Ya te vas?
─ Si, tengo cosas que ver a Jerry mañana temprano.
─ ¿Para ver lo de tu galería de arte? ─ él se acerca y siento tantas ganas de golpearle y de preguntarle ¿porqué ella? de tantas chicas en el mundo, ¿Por qué mi mejor amiga?
─ Sí.
─ Bien, recuerda llamarme, tal vez podamos ir a almorzar─ asentí forzando una sonrisa. Él se acerca para besarme, pero esquivo su beso.
─ Estoy muy cansada, nos vemos luego.
En vez de caminar siento que estoy huyendo, tenía tantas emociones revueltas en mi interior. Camino hacia Jhon y lo tomo del brazo.
─ Volvamos a casa, por favor. ─ Mi voz salió más temblorosa de lo que esperaba.
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El ambiente en el auto es tenso y lleno de emociones encontradas. John permanece en silencio, mirándome de vez en cuando. A medida que avanzamos por las calles iluminadas por la noche, siento una mezcla de tristeza, ira y confusión. Me pregunto cómo pude haber sido tan ingenua al no darme cuenta de lo que estaba sucediendo a mis espaldas. De Owen tal vez podía esperar algo así, él viaja mucho y casi no estamos juntos, pero de Penny, la verdad que fue un golpe super bajo.
Ella siempre se expresó muy mal de él, no comprendo, que paso, que cambio, según ellos no se soportaban. Millones de preguntas agolpan mi cabeza agobiándome, necesitaba una respuesta.
Miro por la ventana, tratando de encontrar algo de consuelo en el paisaje que pasa rápidamente. Las lágrimas amenazan con caer, pero me obligo a contenerlas. No quiero que Owen y Penny vean cuánto me han lastimado. Quiero demostrarles que soy fuerte, que puedo superar esto.
Al llegar a casa, lo primero que hago es ir a la repisa de la sala donde papá guarda su preciado alcohol, y tomo una botella de whisky escocés, quiero olvidar, enterrar el dolor que me consume por dentro. Sin pensarlo dos veces, tomo la botella y bebo directamente del pico, sin preocuparme por las consecuencias. Con cada sorbo, siento cómo el líquido ámbar quema mi garganta y se extiende por mi cuerpo. El sabor amargo se mezcla con el amargor que siento en mi corazón. Quiero que el alcohol me adormezca, que me haga olvidar la traición que mi novio me ha infligido al acostarse con mi mejor amiga.
Siento a alguien detrás de mí, me giro para ver a Jhon, jugando con la llave de su auto en sus manos.
─ Puedes irte a descansar. Yo me quedaré aquí un poco más.
Él duda un poco, pero aún así se va.
A medida que el tiempo pasa, la embriaguez se apodera de mí. Mis piernas se vuelven débiles y tambaleantes, y me resulta difícil mantenerme en pie. Mi visión se nubla y mis pensamientos se vuelven confusos. Me doy cuenta de que he alcanzado mi objetivo de adormecer mi dolor, pero también he perdido el control de mí misma. Me encuentro atrapada en un torbellino de emociones. La ira, la tristeza y la decepción se entrelazan en mi mente, haciéndome sentir aún más perdida. Me pregunto cómo pude confiar en las personas equivocadas, cómo pude ser tan ciega ante la traición que se gestaba a mis espaldas.
Todo a mi alrededor daba vueltas, me dejé caer por completo en el suelo con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta, dejó la botella a un lado y me permito llorar. En ese momento, me doy cuenta de que el whisky no puede curar mi corazón roto. No importa cuánto beba, el dolor seguirá ahí, latente.