Capítulo VII

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   Aelia

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 Aelia

─ ¿Qué? ─ pregunta nervioso y sorprendido aflojando su agarre ─ cariño te estás volviendo loca.

─ Vi el mensaje que te mando cuando estábamos en el restaurante.

─ ¿Revisaste mi celular? ─ Cuestiono ofendido.

─ Eso no importa ahora, ¿no te das cuenta? te estas cogiendo a mi mejor amiga ─ la rabia y la tristeza se mezclan dentro de mí ─ ¿Cómo pudiste hacerme esto? ¡Y con mi mejor amiga!

Él no me mira, simplemente baja la mirada.

─ Perdóname ─ murmuró ─ no significo nada, te lo juro.

─ ¿Hace cuánto hacen esto?

─ No volverá a pasar, cariño, te lo juro...

─ ¡Dime o te juro por Dios que grito como loca! haré que Jhon te golpee ─ le amenace.

─ Seis meses ─ confiesa de golpe.

Todo en mi temblaba, sentía como un nudo se formaba con fuerza en mi estomago. mis piernas perdieron toda su fuerza y caí sentada en mi cama. Mis ojos se llenaban de lágrimas, amenazando con desbordarse en cualquier momento.

─ No significo nada, ella no significa nada.─ agrega arrodillándose frente a mí. Un nudo se formó en mi garganta, impidiendo salir las palabras ─ perdóname mi amor, te juro que no volverá a pasar, fue un error, déjame enmendarlo ─ rebusca algo en su bolsillo y saca una caja aterciopelada.

─ No te atrevas ─ dije con voz temblorosa.

─Déjame enmendarlo, dame una segunda oportunidad.

─ Quiero que te largues. ─ espeto.

Él duda, pero vuelve a guardar la caja levantándose y dirigiéndose al balcón, dudando si decir algo más, yo solo quería que se fuera, quería estar sola, quería permitirme llorar, pero no quería que él me viera.

─ Te amo ─ agrega.

─ Yo no puedo decir lo mismo.

Él desaparece detrás de la puerta y yo me derrumbó en la cama para llorar, el dolor que siento en mi corazón es abrumador, pero lo que más me duele es la traición de Penny, hemos sido amigas desde que éramos niñas, éramos prácticamente como hermanas, quisiera poder entender qué cambió, ¿por qué nunca me dijo nada?

Seis meses, ambos tuvieron seis meses burlándose de mí. Me sentía perdida, intentando entender cómo es que alguien tan cercano puede hacerte esto. Estaba agotada, tanto física como emocionalmente. Las lágrimas han dejado mi rostro húmedo y mis ojos cansados. Siento un nudo en la garganta y mi pecho aún pesa con dolor, mi mente está llena de pensamientos confusos y preguntas sin respuestas.

Finalmente el cansancio se apodera de mi y mi cuerpo se rinde. Me acurruco en mi cama, cierro los ojos y poco a poco, el sueño me envuelve. 

Al despertar al día siguiente, me doy cuenta de que me quede dormida con la bata de baño puesta, me siento un poco desorientada al principio, pero me levanto y me dirijo a mi guardarropa, me quito la bata de baño para ponerme un vestido blanco con...

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Al despertar al día siguiente, me doy cuenta de que me quede dormida con la bata de baño puesta, me siento un poco desorientada al principio, pero me levanto y me dirijo a mi guardarropa, me quito la bata de baño para ponerme un vestido blanco con estampado de cereza, fruncido al pecho y de mangas farol y decido combinarlo con unas botas blancas.

Después de vestirme me peino cuidadosamente el cabello, intentando darle un aspecto fresco y arreglado para luego maquillarme, quería ocultar cualquier rastro que delate que había pasado la noche llorando.

Bajo las escaleras y me dirijo a la cocina, el aroma del café recién hecho llena el aire y me da una sensación reconfortante. Al entrar estaba Jhon de espaldas preparando algo.

─ Buenos días. ─ le saludo con un tono amable.

─ Buenos días ─ responde sin siquiera voltear a verme.

Me acerco a la barra intentando mantener una actitud alegre y positiva.

─ ¿Me sirves una taza de café, por favor?

Jhon a penas ladea la cabeza, para verme, y después de uno segundos cumple mi petición, dejando la taza de café de mala manera en la barra.

Él solía tener una actitud fría hacía mi, pero esta era realmente diferente, era una actitud dura, como si estuviera molesto, lo cual me confunde.

─ ¿Está todo bien?

Jhon se cruza de brazos.

─ No lo sé, ¿Hay algo que quieras decirme?

Doy un sorbo de café al entender todo, se había dado cuenta de la visita de Owen.

─ Jhon...

─ Habían reglas, desde el principio, las cuales aceptaste Aelia.─ me reprocha.

─ Lo entiendo, y tienes toda la razón, pero él apareció de la nada.─ digo en un intento de excusarme, pero era verdad, yo no lo invité, él solo apareció.

─ Pudiste decírmelo.─ me recrimina ─ Pudiste explicarme que solo querías la respuesta a su traición con tu amiga.

Iba a decir algo, pero las palabras quedaron atoradas en mi boca, la confusión se apoderó de mí mientras trataba de procesar las palabras de Jhon.

─ Lo sabías. ─más que pregunta era una afirmación, en ese momento recordé lo que había dicho en el restaurante.

─ Si─ confesó.

─ ¿Y no podías decírmelo? ─ inquirí con la voz entrecortada.

─ No es mi asunto, Aelia. ─ dice encogiéndose de hombros.

─ Creí que estábamos forjando una amistad, eso es lo que hacen los amigos, nos contamos cosas...

─ Soy tu guardaespaldas Aelia, estoy aquí para protegerte, no para sentarme a cotillear contigo.

No sé si eran ideas mías, pero siento que o el universo últimamente está en mi contra, o todos se pusieron de acuerdo para hacerme daño. 

El Corazón de AeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora