Jhon
Después de la visita del novio de Aelia la anoche anterior llame para que instalaran un alambrado eléctrico, había pasado la tarde supervisando y asegurando que funcionara. Había llegado una amiga de Aelia, y se habían encerrado juntas toda la tarde en su habitación. Según me informó su padre, Sarah se quedaría a pasar la noche.
Después de lo que le dije a Aelia no ha querido ni siquiera mirarme a los ojos, como si mi presencia fuera invisible ante ella. Le resto importancia, estoy aquí para cumplir un trabajo, no para preocuparme por sus cambios de humor.
Al anochecer me quedo dándole instrucciones al nuevo seguridad de turno, le explico que cualquier cosa sospechosa que vea, me debe informar inmediatamente. Luego de eso entró a la casa, la risa de Aelia retumba desde el comedor principal, dónde cena con su amiga y su padre. Se escuchaba a su amiga contar anécdotas de su viaje, y como mantienen una conversación amena los tres.
Entró a la cocina por un vaso de agua, y escucho a Aelia despedirse, con la excusa de estar ambas exhaustas. Miro la hora en mi reloj y apenas eran las nueve y cuarto de la noche, me pareció un tanto extraño, pero no le doy importancia.
Mi celular suena con una llamada entrante, era de mi amigo Mike, salgo al jardín para atender la llamada.
─ Mike ─ le saludo. ─ ¿Qué pasó?
─ Hey Jhon ─ escuchar su voz familiar me trajo un poco de alivio ─ me quedé esperando que me llamaras para la confirmación de los chicos.
Me froté el puente de la nariz, sintiéndome culpable por haberlo olvidado.
─ Tienes razón, he estado ocupado, lo olvidé por completo ─ admití.
─ Lo imaginé, no te preocupes.─ respondió con comprensión ─ Igual le confirme a los chicos lo de la fiesta, logré conseguir quince, espero sea suficiente.
─ Está perfecto amigo, gracias.
─ No hay de que. Me debes una cerveza.
─ Cuando acabe esto te la pagaré ─ digo sonriendo.
─ Más te vale, Black. Cuídate.
Dice para luego cortar la llamada. Mike era uno de los pocos amigos con los que mantuve contacto después de salir de la milicia. Es uno de los pocos en los que realmente confío.
Después de cenar subo a mi habitación y me siento frente al portátil, quería revisar las cámaras antes de meterme a bañar. Todo parecía estar bien, hasta que algo captó mi atención. Algo brillaba entre la grama del jardín delantero, decido bajar y revisar que era.
Un pendiente, tal vez de Aelia o su amiga, se les habrá caído en su eufórico abrazo al reencontrarse. Miró hacia su habitación y todo estaba oscuro. De repente a un costado aparece el vigilante con una linterna, recordé que a estas horas suelen hacer un recorrido nocturno por la propiedad.
Entonces lo recuerdo, ninguna de las dos traía accesorios en la mañana. Corro hasta la habitación de Aelia y estaba cerrada con seguro, recordé el rastreador implantado en su celular, busqué la ubicación que me marcaba el rastreador desde mi computadora, y para mi sorpresa, estaba lejos de la casa. Aelia y su amiga se habían escapado.
La irá comenzó a apoderarse de mí mientras tomaba las llaves de mi auto y bajaba las escaleras. El sonido del chirrido de los neumáticos de mi auto, perturban el silencio en el que la calle estaba sumida.
Conduje a toda velocidad al lugar que me marcaba la ubicación de Aelia, al llegar era una discoteca, me bajo y con paso decidido me dirijo hasta la entrada que estaba obstruida por un hombre con una camisa que tenía la palabra "seguridad" estampada.
─ Lo siento amigo, ya no se permite el ingreso de nadie.─ me dijo con firmeza.
─ Solo voy a buscar a alguien, no me voy a quedar.
Él finge una pequeña risa.
─ Esa ya me la sé, mejor te hubieses inventado otra. Será mejor que te vayas...
Sin darle tiempo a reaccionar lo golpee en el estómago con fuerza, este se dobla por el impacto y aproveche para estampillar su cara en mi rodilla. El guardia cayó al suelo, aturdido.
Al ingresar fui recibido por una ráfaga de música atronadora que resonaba en cada rincón del lugar, las luces de neón destellaban en sincronía con los beats. Con los escrutadores, busqué desesperadamente a Aelia entre la multitud, mi mirada se deslizaba de un lado a otro tratando de captar un destello familiar en medio del caos de luces y cuerpos en movimiento.
Un destello de reconocimiento pasa por mis ojos al encontrarse con los de la amiga de Aelia, Sarah, quien al darse cuenta de mi presencia la sorpresa llenó su rostro, intentando disimular su nerviosismo comienza a caminar para escapar entre la multitud. Sin perderla de vista me abro paso rápidamente entre las personas que bailaban hasta llegar a la chica, la tomé firmemente del brazo haciéndola girar para enfrentarla.
─ ¿Dónde está Aelia? ─ inquirí con firmeza.
La morena pareció titubear por un momento, pero rápidamente recuperó su compostura y trató deshacerse de mi agarre. Sin embargo, no estaba dispuesto a dejarla ir tan fácilmente. La tomé con firmeza de sus brazos y la miré intensamente a los ojos.
─ No me huyas ─ le advertí con determinación ─ necesito saber dónde está y no me iré hasta que me lo digas.
Al verse acorralada decide ceder bajo mi presión.
─ Está allá ─ grita sobre la música, señalando el medio de la pista, donde logré verla bailando con un chico totalmente desconocido.
Suelto a Sarah y me dirijo hacia Aelia con determinación. Ella parecía no haberse dado cuenta de mi presencia. Disfrutaba de la música y del baile. La tomé del brazo con fuerza, y esta se sobresalta al sentir el agarre y su expresión cambió de sorpresa a confusión. Sin mediar palabra la arrastre hasta la salida, decidido a sacarla de allí lo más pronto que me fuera posible. Pero ella no dejaba de resistirse con todas sus fuerzas.
─ ¡Suéltame! ¡Jhon, suéltame ahora mismo! ─ la solté, estaba tan cegado por el enojo, que no fui consciente de la fuerza que estaba ejerciendo sobre ella, en donde ejercía mi agarre le había dejado rojo ─ ¿Cómo nos encontraste?
Mi paciencia era nula en este momento, lo último que quería era hablarle, sin poder contener mi frustración la cargué sobre mi hombro para poder avanzar.
─ ¡Jhon, bájame! ¡Puto loco, bájame! ─ continuaba gritando y forcejeando.
Ignorando sus súplicas seguí avanzando. El chico con el que Aelia bailaba minutos antes apareció frente a mi, bloqueando mi camino.
─ ¿Eres sordo? Bájala ahora mismo.
Sentía que esta noche mi paciencia estaba siendo puesta a prueba, pero ya estaba totalmente agotada. Sin pensarlo dos veces, con la mano que me quedaba libre, le propiné un fuerte golpe en la cara al chico y este cae directo al suelo aturdido por el golpe.. Sin detenerme a comprobar si estaba bien, porque sinceramente no me importaba, continué mi camino a la salida.
─ ¡¿Perdiste totalmente la cabeza?! No puedo creer que lo golpearás, eres un maldito maniaco.─ Al abrir la puerta del club, él de seguridad seguía en el suelo, con sus manos en su nariz sangrienta ─ ¿A él también? Estas completamente loco Jhon Black.
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El Corazón de Aelia
ActionAelia Morgan, una talentosa artista de 25 años, se encuentra en una encrucijada después de un accidente automovilístico descubre que su vida corre peligro. Con un padre millonario que haría cualquier cosa para protegerla, se ve obligada a aceptar la...