Podía recordar las palabras de su padre, una y otra vez, el estúpido juramento de lealtad al rey era lo que lo había llevado a estar en esa posición.
“si lo logras te casaras con la princesa, ¿sabes lo que eso significa?”
Claro que sabía lo que significaba, tendrían asegurado un futuro, dejarían de ser solo unos sirvientes y formarían parte de la familia real, no había logro más grande que aquel. Y no es que la princesa le desagradara, era una joven muy dulce, pero por muy rica y poderosa que fuera su familia Jeongin no estaba interesado, pero no tenía opción, así funcionaba el mundo, sus padres tenían la última palabra y el solo existía para hacer cumplir esa voluntad.
Ahora estaba encerrado en un sucio y pequeño camarote (al menos no era una un calabozo) estaba perfectamente seguro de que toda la tripulación había muerto a manos de los piratas, pero seguía preguntándose porque él seguía vivo, ¿Qué ganarían manteniéndolo ahí?
Recordaba las últimas palabras de su tío, el capitán de la nave, antes de ser atacados por el primer cañón.-¿Collision? Pero ese lugar es demasiado peligroso…
-No digas idioteces Jeon, eres un Yang, nosotros no tenemos miedo a nada. Además estamos casi seguros de que hay información importante en esa isla. Los mercaderes son personas que conocen todos los barcos y sus tripulaciones.
-¿en serio creen que el príncipe sigue con vida? Han pasado 17 años buscándolo y parece que la tierra se lo tragó.
-No es nuestro trabajo contradecir al rey.
-además, ¿cómo podrían reconocerlo? Debe ser un adulto.
Vio la débil sonrisa en el rostro de su tío, el tipo de sonrisa que dice que escondes algo y así era, de su pesada gabardina militar sacó una carta y se la entregó a Jeongin, no tuvo más oportunidad de preguntar, el primer impacto del cañón los alcanzó. El capitán salió del lugar al escuchar los gritos de su primer oficial y Jeongin no volvió a verlo.
Metió la mano en su bolsillo y ahí estaba aún, algo arrugada y con manchones de humedad, pero seguía ahí. La abrió con cuidado y comenzó a leer su contenido. Debía grabarse cada palabra y de ser necesario eliminarla después de terminar, era información sumamente valiosa, tenía que ser inteligente y tal vez solo así podría volver a casa.
Escuchó un ruido, escondió la carta en el interior de una de sus botas y miró la puerta abrirse.
-Hola- el rostro que se asomaba, le era un poco familiar, se veía como una persona dulce y amable, ¿no era…? -debes tener hambre.
Esa voz, definitivamente era el chico que había visto en el armario de suministros con el otro sujeto. No pudo evitar recordar la escena y sentir la sangre subir a su cabeza.
El joven entró con una pequeña bandeja, algo de pescado, papas y verduras y un vaso de agua, Jeongin no lo había notado pero en serio tenía hambre, pues el solo aroma de la comida le hizo babear, no había comido nada desde el día anterior.-gracias…-miro la bandeja que fue dejada sobre la mesa frente a él.
-No te preocupes, no está envenenada. –Rió al notar la expresión de Jeongin- No matamos a los prisioneros de esa manera.
Eso no era más alentador, ni siquiera gracioso en su posición. Pero al no moverse el pirata tomó una de las verduras y la comió. Esperaba que fuera suficiente para que le creyera.
Funcionó, Jeongin comenzó a comer, no sabía si era por el hambre o el cocinero realmente tenía habilidad, pero le pareció lo más delicioso del mundo.-Veo que al menos mantienes el apetito- se recargó contra la mesa mirándolo comer- Soy Han, por cierto.
-Jeongin…- dijo en tono bajo sin mirarlo, no le tenía miedo, pero mirarlo a los ojos era un tanto vergonzoso si pensaba en como lo había encontrado antes.
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Profundo como el oceano, ardiente como el infierno...
FanfictionUn príncipe perdido... El heredero de una familia... Un temible pirata... Hyunjin solo conoce el mar, eso ha sido su vida entera desde que tiene memoria. Ama la libertad de hacer lo que le plazca, pero ahora se encuentra con aquel que puede llevarl...