Capítulo 1

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Otra vez ese sueño, la dulce voz de una mujer, el cálido tacto sobre su cabello. Se preguntaba si alguna vez se había encontrado con una sirena y eso era lo que quedaba en sus recuerdos...

–¡CAPITÁN!

Se levantó de golpe saliendo de su camarote a toda prisa. El viento salado golpeó su rostro y el bravo sonido del mar fue lo que encontró.

—¿Qué ves? — dirigió la mirada a su primer oficial. Un hombre joven, casi de su misma edad (un poco mayor tal vez), de mirada felina e inteligente.

—Un barco de la flota real, sin duda.—extendió un viejo telescopio a su capitán apuntando hacía su derecha— puedes comprobarlo por ti mismo.

Tomó el artefacto y siguió el dedo de su oficial y su mirada dio con la enorme bandera blanca, en el centro el escudo de la familia real, las tres cabezas de lobo con espadas cruzadas detrás de ellas. Era extraño, ese barco estaba muy lejos de su ruta ¿se habían perdido acaso?

—Será sencillo, si han llegado hasta aquí el navegante o su capitán no deben ser muy inteligentes.

Se burló el capitán regresando el telescopio. —Minho, dile a Bin qué prepare los cañones y aliste al resto, el sol está bajando y dudo que nos hayan notado, la noche nos facilitará las cosas.

Minho asintió y fue a cumplir las órdenes de su capitán.

El plan era simple, atacar de la manera más rápida y tomar todo el oro, joyas, comida y municiones de las que seguramente estaría lleno un barco de la realeza. Debían aprovechar esa oportunidad, rara vez esos navíos viajaban solos sin algún tipo de guardia, éste era su día de suerte.


—Capitán— se había quedado en la proa mirando el inmenso mar, le gustaba la sensación del aire en su rostro, no recordaba otra vida antes de esa, aunque seguramente había tenido alguna. Giró al escuchar aquella voz—Está todo listo.

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Cañones, uno tras otro se había escuchado, los hombres corrían, desenvainaban espadas, preparaban municiones en sus rifles, los gritos apenas eran audibles con la marea rompiendo ferozmente en la popa.
Su ropa antes blanca ahora estaba llena de sangre y pólvora, sabía que la sangre no era suya, tenía posiblemente solo algunos golpes y la sangre… Esa sangre era del hombre que lo había protegido de los piratas ¿cómo se llamaba? Ni siquiera estaba seguro de recordarlo, no llevaba el tiempo suficiente a bordo como para saberlo.

Estaba aturdido, nada en su vida lo había preparado para el enfrentamiento real con piratas. Recordaba las historias que su madre le contaba antes de dormir cuando era niño, al crecer, los relatos de los marinos en el muelle le hicieron creer en esos piratas, pero al estar en un navío del rey pensó que jamás se encontraría con ellos, qué equivocado estaba.

Sintió un dolor punzante en la cabeza, sus piernas flaquearon y después oscuridad.

—Bien, bien ¿Qué tenemos aquí?

—Una bola de inútiles, capitán.

Se escucharon risas, las voces eran lejanas, intentó moverse, notó que estaba atado de manos y pies, sobre la madera húmeda, le costaba enfocar la mirada y su cabeza vaya que aún dolía.

—Entonces, ¿quién dijiste que era su capitán?

—él.. ¡Es él!

—Levantenlo.

Sintió unas manos sujetarlo de los brazos y ponerlo de rodillas, el frío metal de lo que posiblemente era una daga apartando los dorados mechones de cabello de su pálido rostro.

Profundo como el oceano, ardiente como el infierno... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora