Capítulo 17

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Bajó del tren en Busan y su hermano Jung Hyun lo estaba esperando. Era tan bueno verlo. Lo había necesitado tanto hace un mes atrás, cuando el dolor del rechazo de Seokjin lo había atravesado. Pero no había querido decirle nada. Sabía que se preocuparía y se sentiría mal por no poder estar con él. Jung Hyun lo había alentado para declararse a Jin. Según él, las señales de celos que el mayor daba en público y privado eran tan evidentes que era imposible que no sintiera algo más que amistad por su hermano menor. Tristemente se había equivocado.

Por eso Jungkook decidió ocultarle todo su dolor y sólo respondía con "estoy bien, aún no se lo digo", cada vez que le preguntaba si ya se había declarado.

Ahora estaba abrazándolo, claro sin saber nada de lo que pasaba en ese mundo paralelo, el auténtico, no esta especie de fantasía que sentía estaba viviendo.

El viaje hasta casa era corto, así es que sólo se limitaron a hablar de temas generales, la universidad, la tesis del mayor, chismes del vecindario.

Cuando Jungkook entró en la casa de sus padres, una sensación extraña lo envolvió. La reconocía por supuesto, era la misma casa de siempre, sólo que distinta. Siendo miembro de BTS, había tenido el suficiente dinero para dárselo a sus padres y que estos pudieran arreglar la casa y tener varios "lujos", que ahora no estaban. Ellos vivían bastante cómodos. Su situación era como la cualquier familia promedio en Corea, pero de igual manera, él había querido darle ciertos detalles, que en ese momento extrañaba.

Su madre al verlo, lo abrazó efusivamente. Su pequeño estaba en casa. Su Jungkookie. Inevitablemente siempre había sido un poco sobreprotectora, dado el carácter tímido y retraído que tenía. Le había costado mucho separarse de él, cuando quiso ser cantante e ir a Seúl a vivir solo. Y no le sorprendió cuando regresó porque la extrañaba demasiado. Siempre se había sentido un poco culpable por eso. Sabía que el sueño de su hijo era cantar y se había rendido y ella no había hecho nada por ayudarlo. Egoístamente, había preferido tenerlo cerca de ella. Años después al ver que Jungkook seguía siendo el chico tímido retraído y que además una tristeza se había instalado en su mirada, comprendió que había hecho mal. Pero ya las cosas estaban hechas. Y sólo esperaba que en algún momento encontrara una razón para ser feliz. Sabía que el Periodismo no era una de ellas. Tampoco lo eran las chicas. Y él y su padre se habían rendido, cuando les confesó que estaba interesado en un compañero de secundaria. De eso hacía muchos años. Nunca más había hablado de chicos.

—Mi Jungkookie, que alegría tenerte en casa. Te extrañaba demasiado. Te ves bien hijo. Mucho mejor que la última vez que viniste. Hay algo especial en tu mirada. ¿Sucedió algo? —ahí estaba la intuición maternal haciendo de las suyas.

—Mamá...déjame al menos llegar. Estoy bien. Y nada ha pasado. Sólo estoy relajado. Necesitaba descansar. Sabes que el estudio no es mi gran fortaleza.

Su madre sonrió. Ella lo sabía, por eso admiraba que a pesar de todo, estuviera ya en cuarto año de la carrera.

Subió a su cuarto y estaba igual. Excepto por esas "comodidades" que había ido agregando a lo largo de sus años en BTS, cada vez que volvía a casa. Pero en ese momento no importaba.

Tomó su teléfono y marcó el único número al que quería llamar.

¡Bebé! Al fin llamas. Estaba preocupado. ¿Llegaste bien a Busan? Me quedé tan triste después que subiste al tren. Tenía ganas de besarte una vez más. ¿Es malo que no me canse de besarte?

Escuchar a Seokjin al otro lado de la línea era todo lo que necesitaba. Lo había ido a buscar al departamento, para llevarlo a la estación de trenes. Y había llegado como dos horas antes de lo previsto. La razón era bastante obvia: una sesión de besos y toques en su dormitorio.

Dos Caminos, Dos DestinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora