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Jungkook

Cuando vi que cerró las ventanas que nos separaban y que, de paso, ocultaba su interior con las cortinas, supe que su tentador espectáculo había llegado a su fin. Parecía complacida por su atrevido movimiento de caderas que no hacía más que aumentar mis ganas de arrodillarme ante ella y suplicarle porque no acabara jamás, sin embargo, a mí me dejó con la frustración de no poder admirarla o tocarla una noche más. Otra miserable pero radiante noche más.

Si tan solo supiera que se dejó un espacio sin cerrar y que yo, ansioso por más, divisé cómo se desprendía de la prenda azul oscura que cubría sus pechos. Cómo pude ver sus erguidos pezones rosados y cómo la vi andar de espaldas a mí con sus pequeñas bragas de encaje fino. Si tan solo supiera que cada vez que puedo la observo desde la oscuridad de mi hogar para tratar de saciar el deseo que me ofusca y me impide dormir...

De tan solo recordar las veces que la vi meneándose ante  mí con un jazz lento de fondo o cantando acompañada del bajo de Dick Dale, o las veces que en su cuarto, a medianoche, logré ver su imagen tendida sobre el colchón con las piernas abiertas y su mano sobre un pezón o su sexo... siento las ganas recorrerme la piel.

Manoban, mi vecina, es como un fruto inalcanzable por el que estoy dispuesto a pecar. Y aunque crea que puede ocultar su vergüenza con cada show que me regala, puedo asegurar que tras esa máscara atrevida se oculta la inocencia más pura, la cual estoy dispuesto a corromper hasta sacar a luz su verdadero yo.

Suspiro. Pensar en ella no hace más que aumentar las palpitaciones de mi cabeza por el retumbe que se halla en mi casa gracias a la sonora música de los altavoces. Me encuentro ensimismado, remememorando una y otra vez la noche anterior y el porqué pasé la noche preguntándome qué es lo que Manoban, mi vecina, busca de mí. Porque si algo logré aclarar ayer de todo el desorden que se halla en mi mente es que yo sí sé lo que busco de ella.

— Él estudia para ser arquitecto. ¡Anda, mira, pero si está aquí! — Distingo la voz de Jaehyun.

Al alzar mi mirada de donde estoy sentado, puedo verlo con dos mujeres en sus brazos, las cuales se muestran extrovertidas y coquetas cuando los tres se sientan junto a mí. Aunque la idea no me termine de convencer, acepto la mirada que intercambio con Jaehyun, la cual me indica lo difícil que le ha resultado encontrar a mujeres de ese estilo.

Su estilo, porque el mío no para de rondar mi mente a pesar de haber bebido ya unas cuantas latas de cerveza barata.

—Así que futuro arquitecto, ¿eh? Yo soy agente inmobiliaria, suelo toparme con varios arquitectos en mi trabajo y...

Pierdo definitivamente el hilo de lo que me cuenta. Sinceramente, hace bastante tiempo que este tipo de ambiente me ofusca y aburre. Jaehyun, en cambio, parece disfrutarlo mucho más que cuando éramos más jóvenes. Supongo que ese cambio se debe al paso de la madurez adulta, pues habiendo repetido unos cuantos cursos durante mi adolescencia por mi rebeldía y gozo, me siento hastiado de las fiestas y este tipo de disfrute.

La chica continúa hablando. Es una alta y esbelta joven demasiado delgada, tanto que sin a penas darme cuenta, se sienta sobre mi regazo, clavando sus huesos en mis muslos. Parece no darle importancia a esa acción  porque sigue riendo y actuando como si no invadiera (en el sentido literal) mi espacio personal. Tomo otro sorbo de mi lata para intentar llenarme de paciencia, sin embargo, su ataque hacia mi cuello me toma desprevenido y no me da tiempo a apartarla de encima mío cuando, a lo lejos de la ventana de mi cocina vacía, diviso aquellos orbes que me hipnotizan por largos segundos, aislándome de la música y la presencia de gente.

De pronto, siento algo húmedo sobre mi clavícula.

¿Es una aspiradora o qué?

De modo que la alzo para que se aparte de mí y librarme de su presencia. Yo no pedí esto así que no siento ningún tipo de culpabilidad cuando reparo en la incredulidad y vergüenza de su rostro.

Peppers +18 || LizkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora