◂SINOPSIS▸ (+18)
Katharina tiene todo de una auténtica O'Hara: Mirada penetrante, sonrisa provocativa, personalidad avasallante. Pero se diferencia en que huye de las relaciones, tanto sentimentales como de placer. En un viaje, obligada a ir por su...
La sensación de los cuerpos húmedos y calientes juntos era algo nuevo para ella. Y se asustó.
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Una mirada puede decir muchas cosas. Una mirada puede ocultar algo. Una mirada puede trasmitir de todo.
Esos ojos ambarinos oscuros pasaron por una serie de emociones: de la timidez por haber sido encontrada en algo tan íntimo como un baile lento, pasando de la sorpresa a la ira.
Y aunque Katharina sintió una emoción burbujeante en su cuerpo, parecida a cuando un niño anhela probar su dulce favorito, ella se obligó a esconderla muy debajo de su piel. Muy atrás de su mente.
En cambio, los ojos de Erika transmitían asombro y disculpas. Sin embargo, si alguien conocía muy bien a la doctora, podía leer la decepción en ellos.
Las dos mujeres permanecieron en silencio por lo que parecieron horas, pero en realidad, solo fueron unos pocos segundos, casi un minuto. Jason miraba entre ellas, sin entender el problema. Bueno, si es que había un problema, él era ajeno a lo que fuera que pasara en las mentes de las mujeres.
—Buenas tardes. —Jason rompió el silencio, saludando a la mujer recién llegada—. Usted es la nueva neurocirujana ¿verdad?
Erika dirigió su mirada desde Katharina hacia el hombre desconocido que le estaba hablando.
—Así es, esa soy yo —dijo ella—. Doctora Erika Carpio, jefa de neurocirugía ¿usted es...?
Katharina se sorprendió ante la presentación, sin embargo, eso duró una fracción de segundo, porque regresó a su postura estoica e inmutable.
—¡Oh, sí! Disculpe. —Jason se acercó a Erika y le tendió la mano, con una sonrisa—. Soy Jason Hurst, subjefe de oncología.
Erika le devolvió la sonrisa, tomando su mano con firmeza. Jason podía sentir la seguridad en la fuerza del agarre.
—¿Está buscando a la señorita Goode? —preguntó Jason.
—Sí, en efecto, tenía que ver unos asuntos con ella —respondió Erika, sin perder su sonrisa—. Pero veo que no está aquí o me equivoqué de oficina.
—Ella salió a buscarla, pero puede esperar aquí —dijo Jason—. Seguro vendrá pronto.
Katharina clavó su mirada en la espalda de su nuevo novio falso, quién era ajeno a la molestia en ella.
—No quisiera molestar —dijo Erika, mirando a Katharina.
—No se preocupe, yo debo irme de igual modo. —Jason levantó los hombros—. Si tiene prisa, Kathy... digo, la señorita O'Hara puede ayudarla en vez de la señorita Goode.
Erika acentuó la sonrisa, mirando a Katharina, expectante. Jason también observaba a la joven abogada, cuya mente había pasado de 80 a 1000 con solo la presencia de la otra mujer.