||Capítulo 12||

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Cada toque, cada beso, encendía una nueva llama de lujuria que no parecía apagarse.

Cada toque, cada beso, encendía una nueva llama de lujuria que no parecía apagarse

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Ava Spencer no estaba a gusto con la situación. Eso era notorio, algo la irritaba.

Ella quería casar a su único hijo, Sergie, con alguna de las jóvenes O'Hara. Lo había intentado con Aemma, pero esa chiquilla rebelde se había casado en secreto con un joven policía. Y para desgracia de ella, y suerte de Ava, ese matrimonio duro lo que dura la lluvia en el desierto. Entonces, insistió en qué lo mejor era casarla con su hijo para tapar cualquier habladuría, pero Vince O'hara quería que su hija estuviera tranquila, por lo que rechazó esa idea tan rápido como Ava la había propuesto.

La mujer, avariciosa, entonces planeó una cita entre Karen O'Hara y Sergie, pero aparentemente, la pelirroja tenía ojos para un chef que cocinaba en el famoso restaurante donde ellos pasaron la velada.

Y fue así como sus ambiciones se posaron en Katharina O'Hara. Después de todo, la joven había sido compañera de colegio de su hijo ¿Qué podría salir mal? Bueno, ahora sabía que lo que había un claro obstáculo: una neurocirujana. Muy buena en su trabajo, sí, pero no venía de una cuna de oro como Sergie y los O'Hara.

—Te arrugaras más rápido si sigues frunciendo el ceño de esa manera —le dijo Silvestre.

—Eres grosero, esposo mío —respondió ella, molesta—. Además, si eso pasa, solo debo acordar una cita con un cirujano plástico.

—Y gastar dinero otra vez en banalidades.

—¡No es una banalidad lucir siempre hermosa!

—Bah, tonterías ¿Por qué estás enojada?

Ava reviró los ojos con molestia.

—Pienso que nuestro Sergie es mejor partido que esa doctora.

—¿Te refieres a la doctora Carpio? —preguntó Silvestre, a lo que su esposa asintió—. Bueno, yo creo que ella y la pequeña Kathy hacen una pareja muy bonita.

—Son dos mujeres, no es algo normal ¿Cómo puede preferir estar con una mujer que ni siquiera viene de una familia de élite como la nuestra?

Silvestre bufó en desacuerdo.

—Ava, es suficiente. No deberías estar diciendo esas cosas, no está bien juzgar a los demás por sus relaciones sentimentales. Deja en paz a esas chicas y disfruta de la gala.

Sin decir más, el hombre se levantó para buscar unos tragos. Aunque, a decir verdad, era obvio que quería escapar de su esposa y habladuría de siempre.

Ajenas a eso, Karla conversaba con Erika sobre chismes del hospital, mientras Katharina se limitaba a saborear el postre que le habían servido.

En un momento, Karla y su joven asistente se dirigieron a la pista de baile.

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⏰ Última actualización: Nov 06 ⏰

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