||Capítulo 05||

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Sí, si las miradas pudiesen matar, ella ya hubiera sido asesinada de manera brutal.

Sí, si las miradas pudiesen matar, ella ya hubiera sido asesinada de manera brutal

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Ella había estado algunas veces en cenas incómodas.

Varias veces. Muchas veces. Pero, de seguro, ninguna había sido tan divertida siendo ella una de las protagonistas.

Si los ojos de Katharina O'Hara fueran cuchillos, Erika Carpio estaría acribillada desde el momento en que puso un pie en la sala en la casa de Meerade O'Hara.

Y, aunque todavía estaba enojada por las groserías de Katharina, la situación le causaba cierta diversión a Erika.

Observar a la joven abogada rodeada de su familia fue un descubrimiento peculiar para Erika. Podía ver una faceta que pensó que había sido su imaginación en Miami, porque Katharina podía ser dulce con sus sobrinos, amable con sus hermanos y condescendiente con su madre.

Ah, sí. Porque en la cena también estaba la doctora Suellen Valley O'Hara.

Cuando Erika llegó a la casa tradicional americana, con canteros y gran jardín, no esperaba que, al llamar a la puerta, se encontraría con tantas personas. Ella pensó que iba a ser una simple cena, pero no.

Fue Suellen quien la recibió con una cálida sonrisa, arrastrándola la sala donde le presentó a Jonathan O'Hara Groves, su único hijo, el hermano mellizo de Sunny O'Hara, quien no estaba presente.

Después, tres hermosos niños la saludaron: Sophie, Drake y Melanie, los hijos de Meerade y Darius.

Y, entonces, unos ojos ambarinos la desafiaban desde la otra punta de la sala. No hubo mucha formalidad porque Meerade los llamó a la mesa.

—Has crecido tanto, querida Erika —dijo Suellen con una maternal sonrisa—. Fui la obstetra de tu madre durante el embarazo y verte aquí, convertida en una hermosa mujer y talentosa cirujana me llena de emoción.

Katharina alzó una ceja ante la nueva información. Resultaba que su madre, una aclamada cirujana obstetra y ginecóloga, conocía a la madre de Erika Carpio, una cirujana pediátrica, y no solo eso, Suellen había traído al mundo a los hermanos Carpio.

Erika, siempre tan amable con los demás, no pudo más que sonreír y asentir ante las anécdotas que la mayor de los O'Hara contaba sobre ella y su vieja amiga.

Y ahí estaban todos, disfrutando del salmón rosado con salsa bechamel y papas italianas que la dueña de la casa había preparado.

—Entonces, ¿Ustedes dos ya se conocían? —preguntó Jonathan, mirando a su hermana Katharina y a Erika.

Las dos mujeres se miraron fijamente y respondieron al mismo tiempo.

—No —dijo Erika.

—Sí —contestó Katharina.

ENTRE LA PASIÓN©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora