||Capítulo 07||

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Decidir en lo único que una persona puede es, en parte, devolverle un poco de control y dignidad.

Se estima que los humanos pueden distinguir hasta 10 millones de colores

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Se estima que los humanos pueden distinguir hasta 10 millones de colores. Sin embargo, para Katharina O'Hara todos los colores había palidecido al punto de volverse gris, y cuando percibió algún color, fue el rojo ira.

Los recuerdos azotaron su mente como si todo hubiera estado pasando ante sus ojos en ese mismo momento.

Se ve despertando desnuda en una cama. Se ve escuchando risas. Se ve bajando las escaleras. Se ve oyendo las palabras desdibujas saliendo de la boca de Sergie Spencer. Y escucha una vez más las risas resonando en el lugar.

Y, sin saber cómo detenerse, sus ojos se humedecieron, derramando lágrimas silenciosas.

Erika, quién había esquivado ver a la mujer a los ojos mientras le daba su discurso de indiferencia, la miró con curiosidad ante el silencio. Conmovida y sin saber que hacer, extendió su mano para acariciar la mejilla de Katharina, pero ella le apartó la mano con brusquedad.

—¡No me toques! —le gritó Katharina— ¡No me vuelvas a tocar!

Erika abrió la boca, sin saber que decir.

—L-lo siento, yo...

—Dices que soy grosera y, sin embargo, tú... —Katharina no pudo controlar la ira saliendo de su voz—. Vienes al hospital y no te importa seducir a todo el que se te cruza y luego me arrinconas de manera que pareciera que fuera una más de tus conquistas. Y quizás para ti acostarte con desconocidos es normal, pero no lo es para mí, entonces ¡Déjame en paz! Te odio, me pareces tan irritable y tan... ¡Agh! ¡Desvergonzada!

Los gritos llamaron la atención de algunos transeúntes, y Erika paseaba sus ojos entre ellos y la mujer roja de furia frente a ella que soltaba palabras hirientes, completamente irrespetuosas.

Y, todavía así, Erika quería estirar su mano y acariciarle las mejillas para poder secarle las lágrimas.

—¿Qué diablos está pasando aquí? La mitad del hospital puede oír los gritos.

Xavier Carpio miraba entre ambas mujeres, sin entender la razón por la que Katharina O'Hara estaba fuera de sí.

—No pasa nada —dijo Erika sin dejar de mirar los ojos de la otra mujer—. Solo es un mal entendido.

Xavier arrugó la frente, mirando a la joven abogada.

Katharina no respondió, simplemente giró sobre sus talones, resoplando ruidosamente, y tras grandes zancadas, regresó a su automóvil plateado, tratando de calmar su temperamento.

Cuando el motor del automóvil de Katharina arrancó furioso, Xavier se giró para mirar a su hermana.

—¿Qué diablos está pasando con ustedes? Sé que no se llevan bien; realmente no es como que lo hayan escondido tan bien en el hospital, aunque nadie pueda entender por qué, pero... ¿Gritarse así en medio del estacionamiento a plena luz del día?

ENTRE LA PASIÓN©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora