||Capítulo 08||

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Ella revoloteó sus párpados para abrir los ojos. Cuando lo logró, se encontró con ese par de ojos chocolates tan profundos que se perdía en ellos.

Escuchaba una voz lejan

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Escuchaba una voz lejan. Suave y lejana.

Katharina abrió los ojos e inmediatamente hizo una mueca ante las fuertes luces fluorescentes sobre ella.

Unos segundos más tarde, las luces se atenuaron. Los pasos se acercaron una vez más. Sintió una suave presión en su mano: alguien la estaba sosteniendo.

—¿Erika...? —murmuró Katharina.

Momentos después, sus ojos se abrieron correctamente. Estaba en una cama y se oían pitidos a su alrededor.

Un hospital.

Sentía la cabeza pesada; levantó una mano temblorosa para tocarsela, pero alguien la devolvió suavemente a su costado.

—No lo toques, está bien —dijo Lawrence O'Hara

—¿Q-qué pasó? —preguntó Katharina.

Ella giró la cabeza para ver dos figuras de pie junto a su cama.

Lawrence O'Hara, su padre, con su traje desalineado. Y su madre Suellen, vistiendo uniforme médico y la bata de laboratorio.

Tan pronto como sus ojos se encontraron con los de su madre, algunos recuerdos regresaron. Su respiración se aceleró cuando las imágenes volvieron a aparecer ante sus ojos.

—No me hagas perder el tiempo.

—Quiero una cita.

Katharina parpadeó una vez en un intentó de despejar la ilusión frente a ella. Parpadeó otra vez, pero el hombre seguía allí.

El adolescente venido a hombre que era culpable al igual que el otro: Niklaus Zaid.

—Disculpa, ¿Qué...? Por un momento creí escuchar una tontería. Algo inverosímil. Algo que no va a suceder ni en tus sueños.

Sergie soltó una ligera carcajada ante las palabras de la joven abogada.

—Mi hermosa y elegante Kathy O'Hara, escuchaste bien; estoy aquí para pedirte una cita.

El rostro de Katharina no se mostró afectado por esas palabras, pero en el fondo, ella sí que lo estaba.

—Imposible, declino —respondió ella.

—¿Por qué no?

—Sabes perfectamente la razón.

—No puedes seguir atada al pasado, Kathy —dijo Sergie, ganándose una mirada furiosa de la mujer—. Han pasado años, y no puedo hacerme responsable de lo que Zaid te hizo.

ENTRE LA PASIÓN©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora