Capitulo 1: Sueños

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Un grito ensordecedor se escucho al pie de la montaña del Edén un lugar al que nunca se iba pues, se decía que los que subían no volvían jamás trascendian a Stellarum o al gran mar de estrellas donde no se volvían a ver jamás. Este grito ensordecedor causado por el dolor de un alma qué acaba de perder lo que más amaba en los Reinos de Sky no fue un grito como cualquiera, contenía tanta fuerza y dolor en un poder inconconmesurable qué poseía dicho ser.

—¡Se los dije una vez! —Hablo aquel ser despues de terminar su grito, la luz de su pecho se torno en un rojo sangre, sus propios ojos irradiaban luz roja en un color que solo transmitía su intenso dolor.
Estos seres qué describo son como tu o como yo, con extremidades, ojos, pero sus cuerpos son diferentes hechos duros como roca y de un tono negro como la obsidiana lo que contienen no son órganos como nosotros, es pura luz tan intensa qué podría desintegrar a una persona en cuestión de segundos, estos seres son los habitantes de los reinos.

—Les dije que no creo en esta farsa de la gran Ave qué no creo en esta mentira de la trascendencia, son solo mentiras, pudritas y enfermas qué sacaste de un recuerdo de un ser muy dañado...

—Zeven la bóveda del conocimiento no almecena mentiras. -Carlos, el guardián del conocimiento detuvo las palabras de Zeven pues, para el solo eran herejía y blasfemias. Zeven río con amargura al escuchar las palabras de Carlos.

—Zeven... Déjame...

—Apártate de aquí Lafear, no quiero tu cochina bondad —Zeven escupió a los pies de Lafear. Tomo el cuerpo sin luz de Neona y paso entre los dos a medio paso de ellos los miro con fiereza y aun con el brillo rojo de sus ojos. -Tienen más fe en un recuerdo antiguo dejado en un mundo desolado qué en la persona que les mostró qué, todos tenemos un camino por el cual guiarnos tomaron sus decisiones y hoy, yo tomo la mía. El reino del bosque me pertenece, su paso a mis dominios no está autorizado para ninguno de los dos así que no se atrevan a poner un pie en mi bosque.

—Los conocimientos...

—Los conocimientos te los puedes sacar del hoyo más oscuro de tu ser, de mi bosque no sacaras nada.

El reino del Bosque o Silva Lacrimarum como se le conoció al reino tiempo después, era un lugar cálido y amigable lleno de árboles Polilla tan grandes que sus copas se perdían entre las nubes el sol irradiaba constantemente en el lugar entrecolandose entre las hojas y ramas de los árboles, los animales pacian libres entre los árboles y la sensación del bosque era pacífica y tranquila.
Zeven volvió al bosque con el cuerpo de su amada en los brazos, al entrar el bosque cambio de repente, las nubes se hicieron oscuras y grises y la penumbra comenzó a reinar los animales asustados corrieron en todas direcciones y la lluvia comenzo a caer a cantaros.

—Tu también sufres vieja amiga... —Dijo Zeven mirando al cielo, sus propias lagrimas por primera vez se mezclaron con las lágrimas del bosque. —Fueron muchos años vieja amiga.

Zeven había dedicado toda su vida al reino del bosque, restaurandolo y convirtiendolo en una utopía llena de avances en tecnología y prosperidad. Las tribus del bosque solo lo seguían y obedecían a él.
Zeven se adentro más en el bosque hasta llegar a su castillo un lugar tan dentro del bosque, las tribus se habían reunido en el castillo pues tenían miedo por el cambio del clima del bosque y lo frío que se habia vuelto, un pequeño niño vio a Zeven llegar a lo lejos pero al verlo, el niño rompió en llanto. Las tribus lo miraron y al ver los brillos rojos en su cuerpo también se asustaron pues nadie de los reinos tenia brillos rojos en sus ojos o en la marca de su pecho. Solo uno de ellos salio al encuentro de Zeven, el más leal de sus hombres, Orf, fue quien corrió a su encuentro.

—Zeven, ¿Qué... —Al llegar cerca de Zeven Orf llevo sus manos a su cara y Zeven quedo parado frente a él. —No, no, no puede ser dijiste que la protegerías... —Zeven cayo en sus rodillas y los brillos de sus ojos y pecho se hicieron más grandes, la lluvia del bosque se hizo más intensa y los rayos comenzaron a caer como su la ira de un dios estuviera cayendo sobre el bosque.
Orf se arrodillo junto a él, y luego las tribus comenzaron a acercarse y reunirse al rededor de él.

Al cabo de un rato Zeven se levantó y decidió poner a Neona en una caja de cristal, todos en la tribu comenzaron a ayudarle y luego tomo un hacha y rasgo a uno de los árboles y la puso allí dentro del árbol, la recina comenzo a cubrir la caja hasta que quedo dentro del árbol formando parte del mismo.
Zeven, dio orden de que no se le debía molestar saco a todo el personal de su castillo y solo Orf podía entrar y salir del el.

Orf dirigía todo lo relacionado al Reino incluso lidio con las visitas de Carlos y Lafear los dos eran parte del nacimiento de los reinos y eran venerados como reyes, pero Orf les negó la entrada en nombre de Zeven pues este último era para el bosque lo que ellos para sus respectivos reinos.
Nunca pudieron entrar bajo la supervicion de Orf.

Un día, años después Orf entro al castillo como de costumbre a informar a Zeven sobre el reino y las cosas que sucedían pero esta vez fue diferente, al entrar a la habitación donde Zeven pasaba vio algo muy diferente, cuerdas atadas de un papel a otro planos diferentes de una cosa con otra una especia de forja hecha bruscamente y Zeven de rodillas frente a una chimenea todo estaba pegado a las paredes y llegaban hasta la cima del techo abovedado.

—¿En que estas trabajando Zeven?

—Shhh, shhh -Dijo Zeven con molestia. —¿Orf de que estamos hechos? —Orf se sintió aturdido por la pregunta pero respondió según lo que creía.

—¿De luz?

—Si, si exacto tenemos luz dentro de nosotros eso se nos quita cuando morimos y dejan nuestros cuerpos como vacijas vacía pero, que crees que suceda si consigo manipular la luz que tenemos dentro?

—No me digas que...

—Si Orf, si.

Zeven se volteo y en su mano una pequeña luz brillaba iluminandolo todo era pequeña y tenue pero nadie, en ningúno de los reinos había conseguido manipular su propia luz.

Sky: ResilienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora