CAPITULO 5

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Nota del Autor:

Se ha cambiado el nombre de Carlos por el de Lucent qué sería más acorde a la historia pronto lo estaré corrigiendo de capítulos anteriores.


Zeven se encontraba en un claro del reino del bosque, ya habían transcurrido dos semanas desde la conquista de la Isla del Amanacer y su gente estaba administrando la isla y reorganizando a la gente que quedaba pero, a su vez solo podía pensar en lo que aquellas personas deberían estar sufriendo y en que clase de reino podría levantar él siendo que los simientos de este reino estaban manchados de sangre y se construía sobre cadáveres.

Zeven tomo su capa negra, aunque, más que una capa estas telas como capas que los personajes de este reino llevan consigo les permitía volar por los cielos, planear y demás estaban conectadas al cuerpo de cada persona de una forma intrínseca que la hacía parte del cuerpo de las personas.
Zeven se recostó en el suelo de aquel claro y cerró los ojos dejando que la lluvia lo empapara.

Zeven...

—Zeven...

—Zeven despierta...

Zeven abrió los ojos de golpe, estaba en un claro del bosque pero en uno que no reconocía, frente a él vio algo que le removió el corazón y todo lo que tenía dentro de sí, miró en la rama de un árbol joven que crecía a su Reina, Neona, estaba sentada en la única rama de aquel árbol moviendo los pies.

—Neona, mi amor... —Corrió al árbol pero entre cada paso qué daba el árbol crecía más.

—No te acerques tanto, o no podré decirte lo que quiero decirte.

—Baja de ese árbol por favor ven aquí, conmigo.

—No puedo Zeven, este árbol joven que vez aquí, me necesita no puede crecer sin mi... Pero no estoy aquí por eso, estoy aquí porque estas dañado Zeven, tu herida es algo que nunca podré curar y no te pido que detengas tu compañía pues ya no hago parte del mundo. Pero te pido, que dejes crecer a los niños de este reino, promete que no tocaras a los chicos jóvenes que crecen en este mundo en el reino que es tu reino, ni en el resto de los reinos. —El árbol crecía más y Neona cada vez estaba más lejos de él.

—Neona por favor baja de ese árbol quédate un poco más conmigo por favor te lo suplico ¡Neona! —Las lagrimas de Zeven comenzaron a brotar de sus ojos como cascadas y el dolor de su pecho se intensificó a raíz de sentir que ella de nuevo se alejaba de él.

—Zeven debes prometermelo, ahora.

—Si Mi Reina, te lo prometo no tocaré a los jóvenes de los 7 reinos. —Zeven agacho la cabeza y miro al suelo pues no quería ver como ella se iba.

—Mírame Zeven. —Alzó la mirada el árbol ya estaba muy alto y apenas distinguía su rostro. —Eres el amor que jamás podré tener nuevamente y el hombre a quien siempre tendré en mi y en mi corazón, no lo olvides nunca.

Un rayo calló cerca del cuerpo inerte de Zeven partiendo un árbol por la mitad y encendiendo el centro del árbol mismo qué empezó a quemarse. Zeven despertó de golpe, los rayos y truenos caían con furia en el bosque y la lluvia torrencial empapaba la rabia de Zeven y su a la vez, su dolor, apretó los puños y le pego a la tierra una y otra vez sin parar, rompió en llanto y en un grito de dolor de nuevo. La máscara del lobo se cayó de su rostro cayendo a un lado la lluvia empapaba los ojos de la máscara dándole una visión que Zeven interpreto como Lupoth lloraba por su dolor tan fuerte que trasendia la misma muerte.

Zeven se levantó y camino hasta un santuario antiguo qué había visto solo dos veces en su tiempo en el bosque, este santuario o templo tenía un gran mecanismo de oro sólido en su cúpula compuesto de tres anillos cada anillo tenía 8 agujeros donde Zeven distinguía el descubrimiento qué le había dado la fuerza para pelear contra los reinos. Anduvo en ese lugar toda la noche armando el gran rompe cabezas de como funcionaba, tardo horas casi amanecía cuando los anillos comenzaron a moverse dándole paso a un mecanismo capaz de absorber grandes cantidades de luz de la atmósfera y le entrego a Zeven una piedra oscura llena de luz esta brillaba como un lucero en el firmamento. Zeven cambio la piedra qué le dio la máquina por la que llevaba su espada y esta se activa y desactiva a su antojo sin robar su propia luz, la piedra estaba llena de luz cargada en su totalidad.

Sky: ResilienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora